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Tiburones, reflejo de la buena salud de los océanos

  • FOTO AFP
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03 de noviembre de 2019
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Los tiburones están en la cima de la cadena alimenticia. Como parte de la selección natural, son los que eliminan a los más débiles y dejan sobrevivir solo a los más ágiles y más sanos en la proporción adecuada para su ecosistema. Sin embargo, otra especie, no marina, los tiene en riesgo de desaparecer: el ser humano.

De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) cerca de 100 millones de tiburones son pescados cada año en todo el mundo. En Colombia hay por lo menos 5 especies en un serio riesgo de extinción: el tiburón nodriza (Ginglymostoma cirratum), el zorro (Alopias pelagicus), el martillo (Sphyrna lewini), el punta blanca oceánico (Carcharhinus longimanus) y el aletinegro (Carcharhinus limbatus).

Estas especies se pueden encontrar en zonas como el golfo de Urabá, La Guajira, áreas marinas protegidas como el Santuario de flora y fauna Malpelo y el Parque Nacional Natural de Gorgona; y en ciudades del pacífico como Buenaventura, Nuquí y Utría.

De acuerdo con Susana Caballero, profesora asociada del departamento de ciencias biológicas de la Universidad de los Andes, “en el caribe colombiano se han descubierto como 30 especies”. Las que tienen mayor presencia en el país son el tigre, el martillo gigante y el de puntas negras, entre otros.

“De las especies que mencionan en la resolución del Ministerio de Agricultura, poco se conoce, como el zorro o el sedoso”, agrega.

La resolución a la que hace referencia Caballero causó una enorme polémica esta semana en el país pues, al fijar las cuotas de pesca dejó establecido que se podrían explotar hasta 5.2 toneladas de aleta, de la especie carcharhinus falciformis, más conocido como pez sedoso.

Pese a las explicaciones del Ministerio, en el sentido de que la resolución se refiere solo a la pesca artesanal e incidental y no elimina la prohibición que existe desde hace muchos años para el aleteo (que consiste en quitarle la aleta al tiburón estando con vida), las organizaciones defensoras del ambiente no quedaron satisfechas pues les preocupa que esta sea la vía para aflojar en una lucha que debe ser prioritaria para la humanidad.

Limpiadores del océano

“Los tiburones han sobrevivido durante 450 millones de años, pero pueden desaparecer en los próximos decenios”, explica Sandra Bessudo, Directora de la Fundación Malpelo, en gran medida por la creciente demanda de aletas de tiburón para la preparación de sopas, en especial, en el continente asiático.

“Los tiburones, como depredadores, se aprovechan de los enfermos y los miembros más débiles de sus poblaciones de presas, y algunos también limpian el fondo del mar para alimentarse de cadáveres. En pocas palabras, los tiburones son un indicador de la buena salud de los océanos, pues impiden la propagación de enfermedades y previenen brotes que podrían ser devastadores”, resaltó Bessudo.

Ante esta situación, Caballero recalca que lo más grave es que aún no hay suficientes estudios que muestren un panorama de la población de tiburones en Colombia a largo plazo. No obstante, el panorama que se ve en otros países sobre cuántos tiburones hay actualmente no parece ser muy alentador, puesto que la cantidad está decreciendo.

“El tiburón cumple una función muy importante al ser un depredador tope. Al estar en la cima, se encarga de regular las poblaciones que están debajo de ellos en la cadena alimenticia. Si se llegan a quitar estos depredadores tope, que eso es algo que las personas no ven, es que las especies controladas por ellos empiezan a reproducirse y empiezan a afectar a los peces herbívoros pequeños, generando un desequilibrio en el ecosistema marino”, resaltó Caballero.

Una cuestión de prestigio que amenaza una especie

En tiempos antiguos, la sopa de aleta de tiburón solo era servida a los emperadores en China, debido a su exclusividad y excentricidad.

Tiempo después, este plato empezó a volverse popular en las celebraciones especiales como los matrimonios, puesto que la sopa de aleta de tiburón es considerada como un plato refinado que da prestigio a la familia que la ofrece a sus comensales. Incluso, se le ha atribuido a esta receta propiedades afrodisíacas.

No obstante, esta cuestión de prestigio y distinción le ha cobrado la existencia a cientos de tiburones cuyas aletas son cortadas, mientras el animal está con vida, para ser arrojado al océano, y así, se genera una muerte lenta y dolorosa.

Sobre este aspecto, Bessudo indicó que “la práctica del aleteo es ilegal en Colombia, al igual que la pesca dirigida al tiburón y el uso de línea de guaya (metálica) para que los tiburones no puedan romper la línea. Para ella, la pesca incidental es “un saludo la bandera” y no debería existir, ya que es un término que abre la puerta para la pesca de los tiburones. “Se debe tener claro que, por más que no se utilice línea de guaya, los tiburones luego de un corto tiempo sin poder nadar mueren ahogados”.

Bessudo aclara que no está en contra de los verdaderos pescadores artesanales y que incluso, ha trabajado con esta población, pues se ha empezado a crear una concientización sobre la disminución de su captura incidental.

No obstante, se están utilizando tácticas como las de longline (una línea que puede tener, dependiendo el largo, entre 100 y hasta más de 3.000 anzuelos) y la pesca de arrastre de camarón para capturar tiburones en sus primeras etapas de vida para comercializarlos.

Acciones a favor de la protección del tiburón

En el año 2010, se creó el Plan de Acción Nacional para la conservación y manejo de tiburones, rayas y quimeras en Colombia, un documento creado por instituciones como el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Humboldt, con el fin de identificar las especies, su distribución y determinar, de acuerdo a la investigación, qué especies tienen mayor riesgo de extinguirse para priorizar su cuidado.

“El plan de acción es excelente porque dice qué se debe priorizar en cuanto a investigación y mayor conocimiento sobre las especies, pero no revela cifras y no salen números, como el ministro de Agricultura dice, acerca de las especies que se pueden usar y cuáles no. Se determina cuáles se deben investigar y trabajar más para evitar su extinción” afirmó Caballero.

Así mismo, se han realizado esfuerzos para hacer monitoreo en puertos con inspectores en puertos y playas, con ayuda de la AUNAP (Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca). Sin embargo, se requiere una mayor capacitación del personal para identificar acciones que pongan en riesgo la vida y supervivencia de los tiburones.

“Las personas no suelen identificar una especie de otra. Creo que hace falta formar mejor al personal y darles mayores herramientas para hacer un trabajo eficiente”, recalcó Caballero.

Por otra parte, Sandra Bessudo asegura que desde diversas organizaciones se ha velado por la protección de los tiburones, a pesar de una normativa deficiente, ya que se prohíbe la pesca abierta al tiburón pero se deja un espacio a la pesca incidental.

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