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El 8 de agosto de este año el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) confirmó la presencia del hongo Fusarium raza 4 tropical (r4t) en un área de 185 hectáreas en La Guajira. Se trata de una enfermedad que invade el sistema vascular de las plantas de banano y plátano, evitando que estas reciban agua y nutrientes provocando que mueran asfixiadas.
Ese hecho prendió las alarmas en Colombia, que es el quinto mayor exportador de banano en el mundo (después de Ecuador, Filipinas, Costa Rica y Honduras) de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De inmediato, las acciones para controlar la propagación del hongo se activaron en las regiones bananeras de Urabá y Magdalena. “Nos preparamos desde 2014 para una contingencia de este tipo”, asegura Gabriel Elejalde, director regional de la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura) en Urabá.
Y es que, solo en esta región antioqueña se produce el 70 % del banano del país (el otro 30 % proviene de Magdalena y La Guajira) según datos de esa Asociación, lo que la convierte en clave para esta actividad, ya que, por ejemplo, las exportaciones del sector bananero totalizaron 868,7 millones de dólares el año pasado, traducido en 101,4 millones de cajas.
Los primeros pasos para evitar la llegada del Fusarium r4t son tan sencillos como necesarios. “Los protocolos de bioseguridad consisten en desinfección de calzado y llantas de camiones y automóviles a la entrada de las fincas, tener una dotación de botas para las personas que ingresen y, sobre todo, hacer cercas que limiten a un único paso el acceso de personal”, dice Jorge Eliecer Vargas, del Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano).
Hablando de las medidas a gran escala, Emerson Aguirre, presidente encargado de Augura, comenta que se ha actuado: “Hemos reforzado las medidas de bioseguridad, capacitado a más de 25.000 personas, en más de 700 fincas en Urabá y Magdalena, que equivalen a más de 37.000 hectáreas”, apunta.
Para esto, la inversión asciende a 5.500 millones de pesos, 2.000 millones de Augura y lo restante del ICA.
No obstante, según Elejalde, con las medidas preventivas Urabá “está comprando tiempo” ante la potencial llegada del hongo que representa una amenaza para las 35.000 hectáreas de banano de la región.
Esto, por cuenta de que no existe aún ninguna cura contra la marchitez por Fusarium r4t, cuyos síntomas solo se detectan entre cinco y ocho meses después de que el hongo afecte a la planta (ver gráfico).
La situación llevó a que el ICA expidiera la Resolución 17334 de octubre de 2019, en la cual establece, entre otras medidas, que las fincas productoras adecuen su infraestructura con zonas de lavado y desinfección de maquinaria, estacionamientos fuera de las zonas de producción y señalización de las zonas de bioseguridad.
Así la industria, responsable de 35.000 empleos directos y 120.000 indirectos en el país y del 85 % de los trabajos en Urabá, le apuesta al control para evitar el hongo.
*Invitado por Augura