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“Mejor que ayer, pero peor que mañana”, así podría resumirse lo que pasa con la minería formal de mayor escala en níquel, carbón y oro, que así como fue uno de los motores económicos en años anteriores, en 2015 enfrentó complejos retos de distinto orden.
Sin embargo, la minería de oro será definitiva en el desarrollo y crecimiento económico de varias subregiones de Antioquia, donde así como germinan las principales minas del país, también enfrenta un creciente flagelo de extracción ilícita y depredación ambiental.
La canadiense Red Eagle Mining informó a este diario que ya registra un avance de 30 por ciento en las obras de la mina San Ramón, en Santa Rosa de Osos (Norte antioqueño), en la que trabajan 170 personas.
Se espera que en septiembre de 2016 concluyan las obras que demandan una inversión de unos 75 millones de dólares y pueda extraerse la primera onza de las 405 mil de reservas probadas en esta mina subterránea con vida útil de ocho años.
Por su parte, AngloGold Ashanti tuvo luz verde a finales de noviembre de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) para su proyecto Gramalote, en el municipio de San Roque (Nordeste).
La meta es comenzar obras dentro de tres años (invertirán 3,5 billones de pesos a precios de hoy), y para 2021 comenzar a sacar 400 mil onzas anuales de oro durante, al menos, por 11 años.
Y en el caso de la canadiense Continental Gold, su proyecto de complejo minero subterráneo de oro en Buriticá (Occidente), que extraería 314 mil onzas anuales, aún no ha obtenido licencia ambiental, luego de dos años de pedirla a Corantioquia.
Por eso, como parte de los proyectos de importancia estratégica del Gobierno (Pines), ahora espera obtenerla con la Anla, en cuestión de seis meses, según conoció este diario.
De otro lado, ya la Asociación Colombiana de Minería (ACM) alertó que la inversión extranjera directa (IED) en el sector se redujo 34,4 por ciento, a octubre, frente a igual lapso de 2014.
Además para este año se estancó la producción de carbón por primera vez en una década y cerraría a lo sumo en 80,5 millones de toneladas, siendo lo segundo que más vende Colombia al mundo después de petróleo. Esto se debe a un deterioro paulatino de precios internacionales en los últimos tres años, por la sobreoferta y baja demanda (ver gráficos).
Además, por un fallo judicial, estuvo restringido durante ocho meses la operación nocturna de la línea férrea de Fenoco, por donde sale cerca de la mitad del carbón de exportación. Más aún, el llamado goverment take, tajada de utilidades que se va para el Gobierno en impuestos, es la segunda más alta del mundo para productores del sector.
Con un mayor declive de precios, la producción de níquel de Cerro Matoso (Córdoba) para este año será la segunda más baja de la última década, con unas 38 mil toneladas, 79 por ciento de la meta del Gobierno.
En esas circunstancias, el experto en minería Eduardo Chaparro Ávila, señala que 2016 puede ser más complejo que 2015, porque los precios no tienden a mejorar.
Lo más grave, dice, es la inseguridad por decisiones jurídicas y la alta inestabilidad institucional: “este sector -concluye- funciona bien con reglas claras de largo plazo y continuidad, pero en 5 años y medio ya hemos tenido cinco ministros”.