En Colombia, a julio de este año, había en circulación 15,04 millones de tarjetas de crédito en el país. Es decir: el 30 % de la población colombiana cuenta con uno de estos medios de pago. Y según datos de la Superintendencia Financiera, en los primeros siete meses de este año se hicieron cerca de 18,3 millones de transacciones, que le representaron al sistema 3,9 billones de pesos.
¿Ha hecho el cálculo de cuánto aportó usted a esos 3,9 billones de pesos en transacciones con tarjeta de crédito? Si no se ha sentado a sacar de manera juiciosa las cuentas, es mejor que empiece a hacerlo. Una tarjeta de crédito si bien es una ayuda para brindarle mayor liquidez y capacidad de compra, le puede suponer un dolor de cabeza en caso de no saber cómo utilizarla.
La duda está en si debe usarse para compras de bajo monto, para adquirir bienes durables (electrodomésticos), en casos de emergencia o cuando los ingresos mensuales no alcancen. “Lo más recomendable es hacer compras que representen la adquisición de aquellos bienes o servicios que duren más tiempo. El pago de la universidad, el pago de una cuota de un viaje, la compra de la cama, es lo que se aconseja normalmente. Y las cuotas deben diferirse lo más corto que sea posible, en ese caso sí dependerá de la capacidad de endeudamiento que tenga la persona”, aseguró Raúl Ávila, profesor de economía en la Universidad Nacional (ver Claves).
El experto recordó que este tipo de tarjetas no deben concebirse como una cuenta de ahorros común y corriente. Esto haciendo referencia a que en la medida de lo posible se evite hacer los conocidos avances (el retiro de un monto de dinero en un cajero electrónico), pues su pago puede diferirse hasta en 24 cuotas.
De acuerdo con la Superintendencia financiera, al 31 de julio de este año se hicieron cerca de 2,7 millones de avances que representaron 1,3 billones de pesos. “Es una cifra significativa y es evidente que se necesita tomar más conciencia para este tipo de transacciones”, agregó Ávila.