Los 1.700 altos ejecutivos que llegarán a Davos, Suiza, para participar en el Foro Económico Mundial estarán bajo una presión moral inédita por el papel de sus compañías en el cambio climático, el aumento de las desigualdades, la degradación del medio ambiente, y su escasa voluntad de rendir cuentas por ello.
Esta reunión es única y se repite cada inicio de año. En esta ocasión el encuentro ha adaptado su discurso a la urgencia climática y social, criticando las consecuencias del capitalismo ortodoxo orientado únicamente a la rentabilidad. Las sesiones iniciarán mañana martes y se prolongarán hasta el viernes.
“Muchos se dan cuenta ahora de que esta forma de capitalismo ya no es sostenible”, ha dicho el fundador del Foro, Klaus Schwab, quien ha atribuido al “Efecto Greta (Thunberg)” que solo ahora las actitudes empiecen a cambiar.
Para mostrar su sinceridad y que están preparados para recibir críticas más duras que de costumbre, los organizadores han optado este año por invitar a activistas sociales que, incluso, reclaman que esta reunión sea la última porque forma parte del sistema que perpetúa las desigualdades.
“La clase de multimillonarios debe ser abolida. Las élites económicas no tienen las soluciones a los problemas que afrontamos, porque ellos son los causantes de esos problemas”, ha dicho la activista y feminista keniana Njoki Njehu, una de las invitadas este año.
Njehu intentará “denunciar la hipocresía desde dentro del foro” y enfatizará que “las desigualdades no se resolverán desde las frías montañas suizas de Davos, sino desde las calles de Santiago y de Delhi, donde la gente protesta activamente”.