Los propietarios de expendios cárnicos se preguntan qué puede estar pasando cada vez que ofrecen un empleo y no obtienen respuesta de los más jóvenes.
En los encuentros sectoriales liderados por Fenalco Antioquia, ya se ha planteado la inquietud, puesto que la mano de obra escasea y el promedio de edad aumenta cada día entre los colaboradores de estos establecimientos.
Aunque no se conoce el número exacto de los empleados faltantes, se sabe que son unas 2.200 carnicerías asentadas en el Valle de Aburrá que padecen dificultades a la hora de conseguir talento humano.
Walter Ruiz es el dueño de dos expendios en Medellín y lleva 30 años en el negocio. Según sus cuentas, el lío de conseguir nuevos trabajadores viene desde 2007. Relata que son muchas las vacantes ofrecidas, pero de un momento a otro los aspirantes se comunican para informan que dejan el proceso.
No hay un estudio que pueda revelar cuál es la causa de la reticencia. Sin embargo, a su modo de ver, los horarios pueden ser ese factor que pesa mucho entre los potenciales empleados.
“En las plazas de mercado los establecimientos abren a las 4:30 o 5:00 de la mañana y van hasta las 4:30 o 5:00 de la tarde. En los barrios se abre a las 7:00 de la mañana y se cierra a las 7:00 de la noche. En esos sitios se trabaja domingos y festivos”, comentó Ruiz.
¿Desaparecerá?
“No creo que la figura del carnicero desaparezca. Yo creo que más bien que se irá transformando conforme pase el tiempo”, respondió Ruiz después de preguntarle si este es un oficio en vía de extinción.
La transformación a la que se refiere habla de una industrialización más compleja del negocio. Eso quiere decir que los cortes ya vendrían listos desde las plantas de beneficio y se reduciría la necesidad de mano de obra especializada en los expendios finales.
Esa sería la alternativa de facto para continuar ofreciendo el servicio en medio del déficit en capital humano.
Un oficio que persiste
Pocas son las personas dispuestas a recibir el “arte”, como en su momento Ruiz lo recibió de sus hermanos mayores. Tal como se lo relató a EL COLOMBIANO, se hizo un profesional de la carne a sus 20 años y se ha encargado de formar a mucho otros:
—¿Cómo se forman los carniceros?
—Siempre vinculamos un muchacho joven que empieza encargado del aseo y después le vamos enseñando a manipular el cuchillo.
—¿Con cuáles cortes se empieza?
—Con cortes simples, como picar asadura y mondongo. Luego ya puede empezar a realizar cortes de res y cerdo que requieren más técnica.
Paralelamente, Ruiz contó que hay una guerra entre las carnicerías por los empleados con experiencia. Entonces, según detalló, aquellos propietarios que pueden ofrecer mejores salarios terminan por quedarse con los expertos que laboran para sus colegas.
“Estamos tratando de liderar unos procesos formativos a través del Sena para que jalone esa convocatoria de jóvenes, aprovechando que ellos tienen muy buena infraestructura. De todas maneras, yo pienso que el carnicero seguirá siendo un servidor al público muy importante”, aseveró.
Los sastres, otros afectados
En las sastrerías igualmente es común observar trabajadores de estampa otoñal, como suele referirse la literatura a los adultos mayores.
Aníbal Graciano aprendió cómo manejar agujas, máquinas e hilos hace 40 años y reconoce que no hay mucho recambio generacional:
—Este es un oficio para los viejitos que ya vamos de salida. Y eso le pasa a todos los talleres, a donde quiera que usted vaya verá lo mismo. Los jóvenes no llegan mucho por estos lados.
—¿Usted decidió no enseñarle el oficio a sus hijos?
—Yo sí le enseñé a mi hijo, pero él lo ve más como un desvare, porque estudia física en la universidad.
—¿Usted es de esos padres que cree que sus hijos deben dedicarse a otras actividades?
—Yo soy partidario de que cada quien encuentre su propio destino.
En todo caso, Graciano entiende que este negocio no pasa por su mejor época. Por ende, la demanda actual hacia este servicio no desborda las capacidades.
“Es que las grandes textileras tienen una maquinaria muy fuerte y producen todas las prendas. Nosotros vivimos es de las reformas. Por decir algo, si compraste unos pantalones y te quedaron un poquito más largos de lo que querías, nosotros hacemos esos ajustes”, añadió el veterano sastre.
Cafeteros y ganaderos
Aunque en general las actividades agropecuarias están teniendo inconvenientes para conseguir mano de obra, las fincas cafeteras y los hatos ganaderos han levantado la mano para señalar el problema. En el caso de los primeros, el diagnóstico indica que los jóvenes optan por migrar a las ciudades y emplearse en otros sectores.
Por el lado de los ganaderos, los hacendados creen que no pueden competir con los salarios que ofrecen otros renglones de la economía. Voceros de ese gremio, que pidieron reservar sus nombres, consideran que hacen falta estímulos gubernamentales para motivar el trabajo y los emprendimientos del agro