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El Olmo no da peras

Solicitarle, como lo requieren los ingenuos, que modere su lenguaje, es pedirle peras al olmo. La provocación está en su ser.

hace 5 horas
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  • El Olmo no da peras

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Si en Colombia hubiera sólidas, consistentes y respetables organizaciones políticas, gremiales, sociales, le estarían ofreciendo disculpas a las naciones y sociedades civilizadas del mundo por la altanera como risible presentación que hizo el presidente Petro tanto en la asamblea general de la Onu como en las calles neoyorkinas. Si constitucionalmente representa el país, moralmente no. La realidad es que la Colombia que Petro dice encarnar es muy distinta a la de las mayorías nacionales.

Sus discursos fueron delirantes. Insultó al soberbio presidente Trump. Como cualquier sedicioso, sin respetar que estaba en el lugar equivocado, llamó a la insubordinación al ejército estadounidense contra su comandante en Jefe. Buscaba ser anatematizado por el gobierno gringo, para ser el caudillo anticapitalista del barrio de los subdesarrollados. Perdió su visa americana. Ojalá que los efectos no sean muy onerosos para los intereses comerciales, industriales, culturales de los colombianos.

Su lenguaje incendiario ningún gamín de la peor calaña lograría superarlo. Megáfono en mano, arengaba. Requería victimizarse para levantar vapor en la campaña electoral de su colectividad política. Su decadencia es tan notoria que urgía acudir a una solución extrema para recuperar algo de lo mucho que ha perdido desde que se posesionó hace tres años de la Presidencia. Ha visto y sentido cómo se cuartea el caserón de su país y del partido del cual se van apoderando intrusos que se filtran por la puerta falsa.

Ya sus áulicos lo proclaman líder mundial porque desafió al imperio. Pero es solo un personaje que hizo el oso como figura de carnaval. Sus acólitos gritarán que tuvo el valor de enfrentársele y de haberle cantado la tabla en pleno rostro al gárrulo rubio que cada día le ladra como perro viejo al autócrata venezolano, sin morderlo.

Solicitarle, como lo requieren los ingenuos, que modere su lenguaje, es pedirle peras al olmo. La provocación está en su ser. Todos esos desafueros, instigaciones y ridículos nacionales e internacionales que a diario comete el presidente Petro, en sociedades sólidas formarían un expediente para condenarlo en las urnas. Si aquí no se capitalizan en su contra, es porque la torpeza de los adversarios es superior a los errores del régimen. Y ahí el país estaría condenado a la suerte de seguir en el sindicato, con matrícula de honor, del club de los esquizofrénicos.

Mientras el caótico actor caribeño rodaba por las calles de Nueva York haciendo de profeta bananero, en el país se conocía una encuesta que constituía una brisa refrescante en medio de tantas calenturas. En esa encuesta se revelaba que las dos Cortes y las Fuerzas Armadas constituyen todavía las tres entidades más respetadas, valoradas y que inspiran más confianza a los colombianos. En ellas el país deposita las esperanzas para que sean muros de contención en caso de que las ambiciones del revolucionario, quiera romper los diques de la institucionalidad.

P.D.: Según el Ministerio de Defensa, “en el 2003 la tasa de homicidios por sicariato era del 7% y hoy llega al 67%”. ¿Consecuencia de la paz santista? ¿O acaso de la paz total petrista?

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