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“Si cada crisis es también una oportunidad, ¿cómo podemos reconocerla en la crisis que está viviendo el sistema de salud en Colombia?” le pregunté a un amigo empresario que ha trabajado durante años en el sector de la salud. Lo pensó durante unos segundos y luego me respondió: “Tenemos que aprender a cuidarnos más”. De hecho, fortalecer nuestra salud no solo nos permitiría ahorrar muchos recursos, sino que también nos brindaría una vida con mayor bienestar.
Durante mucho tiempo, asumí que la salud era simplemente la ausencia de enfermedad. Creía que si no estaba enfermo, estaba sano, hasta que conocí a un médico que me hizo cambiar de perspectiva. La primera vez que lo visité en su clínica, sacó una libreta y empezó a dibujar líneas horizontales. “La salud es energía vital”, me dijo. “Se trata de incrementar los niveles de salud y no solo de curar una enfermedad”. Me mostró los distintos niveles, y eso cambió completamente mi enfoque. Ya no se trataba solo de prevenir o curar enfermedades, sino de fortalecer y expandir los niveles de energía vital.
El nivel más bajo de salud es el desequilibrio grave, que se presenta cuando tenemos una enfermedad crónica con síntomas intensos y debilitantes. El nivel más alto es la felicidad o salud óptima, un estado de equilibrio perfecto de cuerpo, mente y espíritu, con una sensación constante de bienestar. Este nivel se consolida a través de prácticas espirituales, meditación profunda, conexión con la naturaleza, una nutrición equilibrada y saludable, autoconciencia y desarrollo espiritual. Entre estos extremos, existen estados de desequilibrio menores y grados de equilibrio cada vez más sólidos.
Mucho ha cambiado desde que adopté esta nueva perspectiva en mi vida. Quizás el cambio más radical ha sido mi relación con la alimentación. Antes, comer era principalmente una fuente de diversión y una estrategia poco saludable para enfrentar el estrés y las preocupaciones. Hoy, veo la nutrición como medicina, la forma privilegiada de dar a mis células lo que necesitan para optimizar su salud. En este sentido, la epigenética me está ayudando a ser más preciso y eficaz, no solo para evitar desequilibrios que amenazan mi salud, sino también para aumentar y fortalecer mi energía vital. De hecho, un test epigenético, que consiste en el análisis de los folículos pilosos, permite saber con precisión qué marcadores epigenéticos necesitan fortalecimiento (en mi caso, sobre todo aminoácidos) y cuál es el impacto del electrosmog y las radiaciones en el bienestar de mis células. En mi newsletter Bienestar360 en Substack, estoy compartiendo en detalle mi experiencia.
Finalmente, la mejor forma de vivir mejor y más tiempo es aumentar la energía vital fortaleciendo la salud de las células. Mi amiga Wilnur Rudberg, coach de salud y especialista en epigenética, siempre me dice: “Con la epigenética, tienes el poder en tus manos de revertir el daño que has causado en tu cuerpo a lo largo de los años, desactivando los genes de la la enfermedad”. Al final, la salud es, ante todo, mi responsabilidad y no la del sistema de salud.
