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Es evidente que la diversidad de fuerzas políticas y la cultura política predominante en las diversas regiones, explica por qué se dan resultados que en ocasiones van contra lo que desearían los más ‘progresistas’ o los más ‘racionalistas’.
Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
Empiezo recordando lo dicho en columnas anteriores, las elecciones regionales y locales no se pueden considerar un plebiscito, ni a favor ni en contra del gobierno nacional, ni ahora ni en el pasado; estas elecciones responden a dinámicas locales o regionales, a no ser que el gobierno nacional se involucre o se deje involucrar – caso la disputa por el tema de la primera línea del metro de Bogotá -. Otra cosa es que como resultado del análisis detallado de resultados se concluya que determinadas fuerzas o coaliciones políticas, amigas u opositoras del gobierno ganaron o perdieron posiciones en corporaciones públicas territoriales o en gobernaciones o alcaldías, pero para ello todavía es temprano. No es por lo tanto adecuado hablar de voto de apoyo al gobierno nacional o al presidente, o voto de ‘castigo’.
Igualmente, como lo señalamos, en estos certámenes electorales en nuestro país, se ha venido generalizando la idea de que todos los perdedores – siempre hay varios candidatos en estas condiciones - desconocen o ponen en duda los resultados, con aparentes o reales argumentos de ‘fraudes’ o manejos no claros – especialmente cuando los resultados son apretados -, que reflejan, de una parte una creciente desconfianza en la institucionalidad electoral, pero igualmente, la incapacidad de reconocer las derrotas – en democracia se puede ganar o perder por un voto -. Pero acá todos se proclaman como vencedores.
En las elecciones de gobernadores y alcaldes de ciudades capitales predominaron las coaliciones entre partidos o fuerzas políticas o lo que ahora se denominan los ‘co-avales’. Esto lleva a que muchos pueden reclamar ‘triunfos’ que realmente son compartidos en las diversas regiones con varias otras fuerzas políticas. Por ello no es fácil precisar cómo le fue electoralmente a cada partido o fuerza política. Es en las listas de concejos municipales – las que expresan mayor votación - y de asamblea departamental donde se puede aproximar esto o en el origen político del candidato. Podríamos decir, combinando los resultados preliminares de concejos municipales y gobernaciones, que las fuerzas políticas más votadas fueron, en su orden, el Partido Liberal, el Partido de la U, la Alianza Verde y el Pacto Histórico.
Es evidente que la diversidad de fuerzas políticas y la cultura política predominante en las diversas regiones, explica por qué se dan resultados que en ocasiones van contra lo que desearían los más ‘progresistas’ o los más ‘racionalistas’: porque el comportamiento electoral en cada región tiene explicaciones variadas. Bogotá, por ejemplo, ha elegido alcaldes de orientación política distinta y en ocasiones opuesta a la del presidente en las últimas dos décadas; Antioquia y Santander son los dos departamentos con tendencia a apoyar candidatos más tradicionales o si se quiere, de derecha; en varios departamentos de la Costa Caribe hay estructuras políticas asociadas a los partidos tradicionales que tienen una gran capacidad de influir sobre el electorado; Nariño es un departamento donde el voto cercano a candidatos del antiguo M-19 ha predominado desde la gobernación de Antonio Navarro Wolff y luego con líderes afines; en Magdalena el ex gobernador Carlos Caicedo ha venido consolidando una estructura política muy eficaz.
El desafío ahora es la capacidad de concertar programas de gobierno