Hace ocho días, en una tierra remota al norte de Europa, las islas Feroe, una jauría humana perpetró un acto de barbarie. Es decir, un acto de fiereza y crueldad que buscaba continuar con una tradición que, dicen, tiene más de diez siglos de historia. Hasta que algo se les salió de las manos. En un solo día, un grupo de pescadores asesinó mil cuatrocientos delfines a punta de lanza.
Dicen que creyeron que sólo eran doscientos, que esta ha sido siempre una forma sostenible de recolectar alimentos de la naturaleza, que alguien tendría que haberse dado cuenta del número real, que la mayoría de la gente está en shock por lo que pasó. Y, sin embargo, ocurrió. Hay desconcierto, hay conmoción, pero alguna fuerza tuvo que poseerlos para dedicarse durante...