Las pinturas en la roca de los tepuyes de Chiribiquete son la biblia de Colombia. Los antepasados de hace doscientos siglos escribieron y dibujaron sus tablas de la ley en lo más duro de la región más escondida.
Esos edificios coronados de hierba eran y son irreales. Solo las deidades lograban trepar allí para otear la grandeza de su obra y para tirar truenos. Quién sabe, a lo mejor llegaban volando en aves del paraíso o en bólidos desde otros astros.
A los míseros mortales, cruzados no hacía mucho por el estrecho de Bering, les quedó únicamente la opción de tiznar porciones lisas de las paredes. No les era suficiente cazar, temblar, aparearse, estrenar la vida. Necesitaron signar su espíritu.
Echaron una botella al mar, que para ellos era una...