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La deuda pendiente con la educación

La educación es responsabilidad de todos: del Estado, del sector privado, de los maestros, de las familias y de la ciudadanía.

hace 3 horas
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  • La deuda pendiente con la educación

Por Daniel Duque Velásquez - @danielduquev

A pesar de los lugares comunes que se repiten frente a la educación, la realidad que vivimos actualmente es desafiante. Los datos no dejan espacio a la duda: estamos frente a un rezago que amenaza el futuro de nuestra juventud y, con ello, el de toda la sociedad.

A nivel nacional, los retos se concentran en la educación media, el nivel más olvidado. Apenas la mitad de los adolescentes logra culminarla, y los resultados de calidad no muestran mejoras significativas en los últimos años. A esto se suman problemas estructurales: cerca del 40% de las escuelas rurales carece de agua potable y el 10% ni siquiera tiene electricidad. Más de 2,3 millones de jóvenes entre 17 y 21 años siguen por fuera del sistema de educación superior. No es exagerado decir que la promesa de la educación como motor de movilidad social está fallando.

Antioquia refleja esta crisis con crudeza. Entre 2019 y 2023, la matrícula en primaria, secundaria y media cayó un 4%, con retrocesos profundos en subregiones como el Norte y el Suroeste. Apenas el 39% de quienes inician la escuela logra graduarse de la media en los tiempos previstos, y la situación rural es aún más grave: el 65% de los niños en zonas rurales no alcanzan las competencias mínimas de lectura en tercer grado. No se trata solo de cifras: cada niño que se queda atrás representa un futuro truncado, una historia de desigualdad que se repite.

En Medellín, el panorama tampoco es alentador. Durante el periodo 2020–2023, la ciudad experimentó un retroceso generalizado en todos los indicadores educativos. La deserción escolar alcanzó el 4,9% en 2022, la cifra más alta en una década, con un pico del 5,95% en secundaria. Solo el 45,5% de los jóvenes que terminaron el colegio en 2022 accedió a la educación superior, un desplome frente al 54% que lo hacía en 2019.

La calidad académica también se resiente. Más de la mitad de los colegios oficiales fueron clasificados en las categorías más bajas del ICFES. En las pruebas Saber 11, cuatro de cada diez estudiantes no alcanzan las competencias mínimas en matemáticas, y en inglés la brecha entre la educación pública y la privada sigue siendo escandalosa y tiende a aumentar cada vez más.

Frente a este panorama, la respuesta no puede ser la resignación. Hay rutas claras: hacer obligatoria la educación media para garantizar acceso universal, invertir con urgencia en infraestructura digna que logre consolidar entornos inspiradores para quienes se forman, fortalecer programas de primera infancia como Buen Comienzo, dignificar la labor docente y brindarle capacitaciones a quienes educan, potenciar el bilingüismo y las habilidades digitales, y conectar la escuela con el mundo productivo para que los jóvenes encuentren caminos reales hacia la vida laboral.

La educación es responsabilidad de todos: del Estado, del sector privado, de los maestros, de las familias y de la ciudadanía. Medellín y Antioquia han demostrado antes que son capaces de transformar realidades complejas. Hagamos de la educación nuestra nueva gran apuesta colectiva. El futuro de nuestros niños y jóvenes no puede esperar.

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