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Banalizar la historia

No es fácil decidir qué hacer con las propiedades de personas con legados oscuros. Contar la historia no es glorificarla”.

23 de junio de 2024
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  • Banalizar la historia
  • Banalizar la historia

Por DAVID GONZÁLEZ ESCOBAR - davidgonzalezescobar@gmail.com

En probablemente el lote más privilegiado de todo el Embalse Peñol-Guatapé —una pequeña península, plana y angosta, casi al nivel del agua, muy cerca de la cruz que conmemora la ubicación de la iglesia del sumergido antiguo pueblo de El Peñol— se encuentran las ruinas de la finca La Manuela, construida y habitada ocasionalmente por Pablo Escobar.

Desde la muerte del capo, de la estructura principal de la finca solo quedan unas cuantas columnas y paredes mohosas, corroídas por el tiempo. Sin embargo, esto no ha disuadido a los visitantes del embalse: la finca siempre ha sido un punto de interés esencial para cualquier recorrido en planchón o lancha desde Guatapé, con muchos aventurándose a explorar la propiedad a pesar de las dudas sobre si era permitido o no. Afortunadamente para estos turistas, esa incertidumbre se ha disipado.

“La Manuela Adventure”, se anuncia ahora en el camino a la finca y en redes sociales, promocionando un destino para aventuras que incluyen “paintball, actividades náuticas, vuelos en helicóptero, cuatrimotos e historia”. El acceso a la residencia tiene un costo de 35 mil pesos para adultos, pero en línea también se ofrecen paquetes que añaden paintball y media hora en cuatrimoto por 170 mil pesos. Las vistas en helicóptero tienen un precio mayor: un millón setecientos mil pesos para seis personas durante seis minutos de vuelo, según la oferta en guatapecolombia.net. También se puede descubrir la “increíble colección de árboles de Pablo Escobar”, que incluye palmeras nativas de las Islas Canarias, Niaouli de Australia y pinos del Paraná.

“Es un lugar muy bonito. A pesar de la situación que se pudo haber vivido, se siente una vibra muy padre”, comenta en redes sociales una visitante mexicana a la finca, una de muchas turistas que ahora puede compartir sus experiencias en los “lugares instagrameables” que ofrece la casa de recreo donde Escobar y sus decenas de sicarios disfrutaron. En Instagram, visitantes extranjeros comparten fotos desde el segundo piso de las ruinas, con vistas al embalse, algunos vistiendo camisetas o ruanas con la imagen del antiguo propietario. “¡CONSTRUYAMOS UNA NUEVA HISTORIA!”, proclaman muchas de las publicaciones en redes sociales del nuevo destino turístico.

No es fácil decidir qué hacer con las propiedades de personas con legados oscuros. Cerca de Berghof, la antigua residencia de Hitler en los Alpes Bávaros, los alemanes tuvieron que construir un museo para contar la historia de los Nazis y la relación del Führer con el lugar, evitando que se convirtiera en un sitio de peregrinaje para neo-nazis. Algo similar ocurrió con Villa Torlonia, la residencia de Mussolini en Roma, que tras ser abandonada en 1945, hoy funciona como un museo gestionado por las autoridades romanas. Recientemente, la mansión de Al Capone en Miami Beach fue demolida después de que nadie se hiciera cargo de preservarla.

Sin embargo, pocos precedentes hay de turistas montando cuatrimoto y jugando paintball en la antigua residencia de alguien que llevó a una ciudad a tener 5.444 homicidios en 1990, hace apenas tres décadas.

Contar nuestra historia no es sinónimo de glorificarla. Nuevamente, ante una falta de voluntad por abordar la historia del narcotráfico, y frente a la fascinación y demanda por conocerla, dejamos que otros la narren, en muchos casos banalizándola.

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