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Presidente eterno

Sabemos muy bien, por historia reciente propia y del vecindario, que las reelecciones latinoamericanas terminan por agujerear las democracias.

hace 4 horas
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  • Presidente eterno

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

Nayib Bukele no saldrá de la presidencia de El Salvador en un futuro cercano. Su inmensa popularidad le ha permitido mover la estructura del Estado centroamericano a su antojo y las ramas del poder se ajustan a sus designios. Lo que pide se le otorga. Sin contrapesos. La última movida en el Congreso le garantizó uno de sus grandes sueños: presentarse a la reelección de forma indefinida. Que la decisión quede en el pueblo, asegura, y no se coarte la posibilidad de que sea él mismo el que, una y otra vez, dirija la nación. Sabemos muy bien, por historia reciente propia y del vecindario, que las reelecciones latinoamericanas terminan por agujerear las democracias.

El enorme poder del ejecutivo, con su capacidad de prebendas y manipulación de las otras ramas, moldea de a poco unas reglas de juego que se ajustan a los propósitos del presidente. Entre más años pasan los mandatarios en el sillón principal, se hace más difícil para la oposición lograr alternativas de cambio que son, con frecuencia, silenciadas en un camino sostenido hacia los autoritarismos. Bukele es hoy, sin duda, el presidente más popular del hemisferio y su enorme aceptación le entrega un caudal político que utiliza para atornillarse.

El congreso salvadoreño está plegado a sus ambiciones. De los 60 parlamentarios que tenían que votar por la reforma constitucional a la reelección, 57 dieron dictamen positivo. Le daremos el poder total al pueblo salvadoreño, dijeron los oficialistas. La realidad es que, sin oposición, el poder total lo tendrá Bukele.

Las pocas voces críticas de la ley insistieron en que el poderío que acumula el presidente lo hace intocable y convierte en un imposible el desarrollo equilibrado de la democracia. A la influencia absoluta le acompaña la obediencia sin crítica, el temor al disenso y la imposibilidad del libre ejercicio de la oposición.

Bukele fue electo a mitad del 2019 para un primer periodo de cinco años hasta el 2024. Ese año se presentó para su reelección que ganó holgadamente con un apoyo masivo en las urnas que superó el 80 por ciento. Su nuevo quinquenio debería terminar en el 2029, pero en la reforma aprobada en el congreso se pidió, además, una modificación del periodo para que finalice anticipadamente, en el 2027, y de esta forma se equipare con el calendario electoral de las legislativas y las elecciones locales. En esas votaciones, por su puesto, el presidente ya podrá apostar por un periodo más, que pasará de los cinco a los seis años.

No resulta exagerado pensar que Bukele se ve a sí mismo como el presidente eterno de El Salvador. Aun con las denuncias por violaciones a los derechos humanos y los informes periodísticos que revelan pactos corruptos entre su gobierno y las pandillas, los aplausos de la mayoría de sus ciudadanos y de parte de la derecha mundial lo hacen sentir invencible. Dice, medio en chiste, medio en serio, que es el “dictador más cool del mundo mundial”.

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