Durante las tres primeras semanas de marzo Medellín y el valle de Aburrá pasaron por una emergencia ambiental nunca antes vista en la región. Tuvimos días con niveles de contaminación del aire similares a los peores de Beijing, Mumbai o Ciudad de México, que llevan a que en esas ciudades se suspendan las actividades educativas, incluso laborales, y se establezcan medidas estrictas. En nuestro valle, la reacción fue tardía, apenas se adoptaron algunas medidas de impacto durante un fin de semana. Primero el bolsillo que la vida, parece seguir siendo la perversa divisa de nuestra cultura.
Como compadeciéndose de todos nosotros –primero de las autoridades– San Pedro movió el grifo y algunas partículas se vinieron al suelo, lluvia ácida de por medio...