La vida siempre estará llena de paradojas. Su condición cronológica lleva a que cada paso adelante sea una incertidumbre. El pasado se convierte en recuerdos, el presente en circunstancias de momento y el futuro en una ilusión que tratamos permanentemente de controlar para evitar y evadir a la muerte, esa misma que llena de temores y obliga a vivir bajo la ilusión del querer “estar para siempre”.
Obviamente, un panorama así dibuja sentimientos que llenan de angustia. ¿Qué vendrá mañana? ¿Qué depara el futuro? Aparecen, entonces, preguntas que estancan la capacidad de trascender e impiden la plena conciencia de que la vida es mucho más que aferrarse al cuerpo que la contiene. Ahí es donde debemos, simplemente, ir más allá.
Desprenderse no es fácil,...