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Dios no envió su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo

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Por Gabriel Jaime Pérez, SJ.

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En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera. sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el Hijo de Dios no será condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz, para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios (Juan 3, 14-21).

Detengámonos en tres frases dichas por Jesús en su conversación con Nicodemo. 1. El hijo del hombre tiene que ser levantado para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Moisés, siguiendo las instrucciones de Dios, colocó la imagen de una serpiente de bronce en un estandarte para que, quienes habían sido mordidos por las culebras del desierto, al mirarla quedaran curados.

En medio de esta situación, dirijámonos con una mirada de fe al Señor levantado en la cruz y resucitado, confiando en su poder salvador, pero también poniendo todos de nuestra parte para superarla.

2. Dios no envió su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El plan de Dios sobre la humanidad no es un plan de destrucción y condenación, sino de redención y salvación. Este mismo Dios ha querido salvarnos a los seres humanos no por nuestros méritos, sino por pura gracia, es decir, como un don suyo que se concreta en su propio Hijo Jesucristo. Y este es el sentido de lo que le dice Jesús a Nicodemo en el Evangelio de hoy: Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.

3. Los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz. La oposición entre luz y oscuridad, característica del mismo Evangelio, cobra un sentido especial en el contexto del relato de la conversación: en medio de la noche, Jesús invita a Nicodemo a reconocerlo como la luz que vino al mundo y a obrar de acuerdo con la verdad. En este sentido, al decir que los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo, pero los que viven de acuerdo con la verdad se acercan a la luz, Jesús identifica la oscuridad con la mentira o hipocresía y la luz con la verdad o sinceridad.

La invitación es también para nosotros: salir de todo cuanto haya de oscuro en nuestra existencia, dejándonos iluminar por Aquel que es la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad (Jn 1, 9) para vivir sinceramente, sin mentiras ni hipocresías. Que así sea

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