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El expolio indefendible

Con fines meramente pecuniarios y un desprecio absoluto por la belleza, Elgin se dio mañas para despedazar el Partenón.

17 de diciembre de 2023
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  • El expolio indefendible

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

Solo bajo la mirada insaciable de la codicia puede entenderse qué hacen los frisos del Partenón de Atenas en el Museo Británico de Londres. Más de 200 años de discusiones entre Grecia y el Reino Unido no han servido para hacer lo correcto, que siempre suele ser lo más simple: devolverlos a su lugar de origen. Para ahondar en el absurdo, el primer ministro británico Rishi Sunak, acaba de generar un nuevo enredo diplomático tras cancelar una reunión con su homólogo griego, Kyriakos Mitsotakis porque este declaró en una entrevista previa a su visita que tener parte de ese tesoro histórico en Londres y la otra en Atenas “es como partir la Mona Lisa en dos”.

El debate sobre las devoluciones de piezas de museo a sus países de origen está a la orden del día, pero este caso es uno de los más llamativos. Los frisos, esas esculturas de mármol que decoraban la fachada del antiguo templo ateniense, fueron sacados a pedazos y trompicones a principios de 1800 por Lord Elgin, quien era en ese entonces el embajador del Reino Unido ante el Imperio Otomano.

Con fines meramente pecuniarios y un desprecio absoluto por la belleza, Elgin se dio mañas para despedazar el Partenón. En distintas cartas se puede leer cómo daba ordenes para que aserraran, partieran y dividieran cuanto se pudiera del templo. Incluso aprobó actos barbáricos y engañó a quien fuera necesario describiendo lo que se llevaba para su casa en Escocia como “piedras sin valor”. Todo está escrito, nada es imaginado y parte de ello puede verse en un magnífico documental que se presenta en el Museo de la Acrópolis.

Fueron tales sus fechorías que inspiró a un contemporáneo suyo, el poeta Lord Byron para escribir el poema La maldición de Minerva, un canto contra el imperialismo, las conquistas, los saqueos, y los actos salvajes legitimados por supuestas intenciones de protección cultural que buscaban preservar la Antigüedad llevándosela para su casa. Al visitar el Partenón y contemplar los destrozos resuena un verso de Byron: “robó de manera innoble, lo que otros menos bárbaros que él habían conquistado”. Porque si bien los turcos y los venecianos habían causado graves daños al templo, Elgin actuó como ave carroñera con los restos. Tanto que dio pie al origen de la expresión “elginismo”, que significa espolio y traslado a otro lugar de bienes patrimoniales y artísticos.

Pero volviendo al más reciente incidente diplomático, Sunak está jugando mal la partida. Su negativa a hablar con Mitsotakis demuestra que no está haciendo una correcta lectura de lo que la mayoría de la población piensa. Según la última encuesta de YouGov, el 64% de los británicos quiere que se devuelvan los frisos a los griegos. Ya no se pueden esgrimir disculpas absurdas como que en el Museo Británico están mejor protegidos. Por un lado, porque esta institución denunció hace poco que le han robado más de 2.000 piezas a lo largo de los años. Y por el otro, porque la idoneidad del Museo de la Acrópolis, una construcción moderna y pensada para albergar todos esos tesoros, donde ya se encuentra la otra parte de los frisos, es indiscutible.

El comentario del primer ministro griego al enterarse de la cancelación de la cita con Sunak fue un perfecto golpe de revés: “Aquellos que creen firmemente en la exactitud y justicia de sus posturas nunca dudan en participar en argumentos y debates constructivos”.

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