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Por Esteban Velasco - opinion@elcolombiano.com.co

“Startups y legado: una conversación sobre cultura”

Entre generaciones se selló una conversación que bien podría repetirse. Porque en cada startup que nace en Medellín, también nace una nueva forma de ser, de hacer y de soñar. Eso también es cultura.

hace 4 horas
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  • “Startups y legado: una conversación sobre cultura”

Por Esteban Velasco - opinion@elcolombiano.com.co

—“Me dicen que tienes una startup con mucho potencial... ¿Qué haces exactamente?” —preguntó don Germán, cruzando los brazos con una sonrisa que combinaba curiosidad y escepticismo. Había dirigido durante 40 años una de las empresas industriales más sólidas del país, y esa mañana, mientras empacaba libros de su oficina, recibió la visita del joven emprendedor.

—“Desarrollamos tecnología para que los pequeños comercios puedan vender en línea sin tener que aprender de tecnología. Automatizamos, simplificamos y, ojalá, empoderamos.” —respondió Tomás, apenas de 32 años, con una mezcla de orgullo y humildad.

—“¿Y eso da plata?” – preguntó don Germán.

—“Eso esperamos. Estamos buscando nuestro product–market fit, entendiendo bien al cliente, y ya tenemos algo de tracción. Pero aún no somos rentables. Lo que tenemos es hambre de resolver un problema grande, y hacerlo de forma escalable.”

Don Germán lo miró con atención. “¿Sabes qué veo en ustedes, los de las startups? Una ambición sana. Pero cuidado con confundir velocidad con profundidad. Nosotros crecimos lento, pero con raíces. Ustedes vuelan... pero a veces sin mapa.”

— Tomás comentó: “Sí, lo he sentido. El ecosistema de Medellín está madurando. Hay capital, hay comunidad, hay ganas. Pero también hay ansiedad. Queremos crecer rápido, sin perdernos. No queremos ser solo empresas tecnológicas: queremos ser actores que crean cultura.”

Don Germán levantó la ceja. “¿Qué crean cultura?”

—“Sí. Porque lo que uno emprende se convierte en una forma de vivir, de pensar, de relacionarse con los otros. En mi equipo hablamos distinto, valoramos el error, cuestionamos jerarquías, buscamos propósito. No es solo negocio. Es cultura.”

El empresario se quedó callado unos segundos.

—“Sabes, cuando yo empecé, también era una locura. Mi papá me decía que dejar un empleo fijo era irresponsable. Me tocó convencer bancos, clientes y hasta a mi familia de que lo que hacíamos valía la pena. Supongo que, en el fondo, no somos tan distintos.”

Tomás sonrió. “¿Y qué le diría usted a alguien como yo?”

—“Que construyas algo que te trascienda. No todo es levantar rondas y salir en prensa. Lo importante es que tu equipo crezca contigo, que los clientes te extrañen si desapareces. Que tu empresa sea útil, pero también significativa. Eso deja huella.”

—“Gracias. Usted también construyó cultura, aunque no hablara de startups. Su legado es tangible.”

Don Germán extendió la mano, con fuerza.

—“Tómate este relevo en serio. Medellín no solo necesita más empresas. Necesita más sentido.”

Y así, entre generaciones, se selló una conversación que bien podría repetirse miles de veces en las esquinas empresariales e innovadoras de esta ciudad. Porque en cada startup que nace en Medellín, también nace una nueva forma de ser, de hacer y de soñar. Eso también es cultura.

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