Un editorialista económico ponía de presente que regularmente se dedican recursos gubernamentales para que un grupo de expertos adelanten estudios económicos que, en la mayoría de los casos, no terminan teniendo mayor impacto en las políticas públicas.
Según el editorialista, esto constituye un desperdicio de recursos y esfuerzos, pues el destino final de los estudios son los anaqueles de las entidades oficiales.
Le asiste la razón al editorialista cuando señala que, en sana lógica, los análisis y los estudios de los expertos deberían servir de fundamento a las decisiones de los hacedores de política, pues estas estarían más ilustradas y sustentadas.
Sin embargo, en el caso de los economistas, por ejemplo, se tiene claro que cuando se trata de...