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Decepcionado y abatido. Apagado, como la red eléctrica española el pasado 28 de abril, cuando toda la Península Ibérica se quedó a oscuras -como en Cuba, sin que sepamos aún las causas-, el líder socialista español, Pedro Sánchez, presidente aún del Gobierno, reconoció la semana pasada su pesar tras haber sido engañado por Santos Cerdán, secretario general del Partido Socialista. Decenas de audios en poder de la unidad de la Guardia Civil encargada de perseguir la corrupción política prueban que había una asociación delictiva para cobrar coimas a discreción. El fulano en cuestión, con más cohechos que los 40 ladrones, había sucedido como hombre fuerte de Sánchez a José Luis Ábalos, que también se la metió doblada. Pese a que los tres hicieron pandilla y se recorrieron media España haciendo campaña en unas primarias socialistas sobre las que hay serias dudas de su limpieza, Sánchez afirma que nada conocía de los tejemanejes del cártel en cuestión. Lo que todavía no ha admitido el presidente del Gobierno es su ineptitud.
Porque si está limpio, de lo que empieza a haber ya muchas dudas tras la sucesión de escándalos que le rodean –entre ellos los trapicheos de su mujer Begoña y de su hermano- y que, por arte de magia, le resbalan, es que vive en la inopia.
«Dime con quién andas y te diré quién eres», dice el sabio refranero castellano.
Pero en el hipotético caso de que en España tengamos al mando de la nave a un «kamikaze» que no se entera de nada sería conveniente que alguien lo sacara del puesto ya que gestiona un coloso del que depende nuestra seguridad, nuestras pensiones y el futuro de nuestros hijos.
La mayor empresa de España es el Estado, que maneja un presupuesto de gasto de 386.088 millones de euros (según las cuentas de 2023).
El techo de gasto –el tope que las administraciones públicas pueden gastar– está en un nuevo récord de 199.171 millones en 2025.
La mayor compañía española privada por capitalización es Inditex, con casi 150.000 millones de euros, seguida de Iberdrola, con algo más de 100.000 millones. ¿Se imaginan que a sus responsables se la colaran no una, sino dos veces en sus consejos de administración?
La realidad es que la mayor empresa de España lleva años con sus acciones estancadas, como los presupuestos. Reparte exiguos dividendos a unos pocos, pero a costa de endeudarse más y más, y las perspectivas no son para nada halagüeñas.
El Banco de España y BBVA Research acaban de rebajar las expectativas de crecimiento. Ni con España entera inundada de turistas y los fondos europeos aun dopando la economía da para una tasa de crecimiento netamente superior al promedio de los últimos 30 años, incluyendo las muchas crisis.
Con esos mimbres es normal que la clase media adelgace y crezca la baja. Y los sueldos dan cada día para menos. Pero de esto tampoco se entera Sánchez, quien ahora mantiene de «número dos» a la ministra de Hacienda pese a que puso la mano en el fuego por los apandadores que lideraban el Partido Socialista hasta antes de ayer. No les sorprenda si volvemos a quedarnos a oscuras, hay un “kamikaze” a los mandos al que le queda poco, eso sí.
