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Sobre disparar

hace 13 horas
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Dispositivo (término que profundizó Michel Foucault), a la que llegan pistoleros del Oeste y de Chicago (que pusieron de moda los subfusiles Thompson), vendedores de armas que saben que la utilidad está en gastar y reponer las municiones, francotiradores camuflados en azoteas o a ras del piso, líderes que disparan palabras a diestra y siniestra quedando grabados, escritores de novelas policiacas y thrillers hablando de todo tipo de pistolas, investigadores con los maletines repletos de sumarios y placas con huellas dactilares, historiadores que van llenando sus libretas con apuntes y noticias de periódico, gamers que pasan la tarde entera disparando en sus videojuegos, fotos de fusilamientos o tiros en la sien (la de Vietnam es famosa), gente del común que oye el ruido, se entera y se asusta; promotores de teorías de la conspiración (lo que incluye también brujos y videntes), posantes de ética que vuelven con el cuento de que la sociedad está destruida. En fin, en esto de disparar (que en la historia va de piedras, flechas y lanzas hasta balas y misiles), los que llegan a Dispositivo son bastantes, unos para ser capturados y otros para capturar, algunos ser testigos o decir yo pasaba por aquí y me tocó el tiroteo. Y esto parece tan común, que hasta una planta casera lleva el nombre de balazo.

El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Gavrilo Princip mató a los disparos al archiduque Francisco Fernando y a su mujer, dando comienzo a la Primera Guerra Mundial (la de las trincheras y las ametralladoras). De igual manera, el Holocausto se inicia con tiros en la nuca a hombres, mujeres y niños judíos (leer Babi Yar, el poema de Yevtushenko) y el final de Hitler se debió a un balazo que el mismo se propinó (aunque no se ha probado). Así que esto de sacar una pistola y disparar ha sido parte de lo que se hace con el índice, para historia de la mano que lo acciona.

En los Estados Unidos, donde Julio Verne sitúa el club de las armas (Baltimore Gun Club), mataron a tiros a cuatro presidentes: Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963), sin contar a otros que abalearon o iban a volar con bombas. Ya en Colombia y en cuestión de precandidatos, todo se sabe de Gaitán en adelante: cinco más. Y bueno, este verbo (disparar) que se ejecuta en campo abierto, polígonos y hasta en sitios cerrados (la novela Un ciego con una pistola, de Chester Himes, es un clásico), indica que algo irregular está pasando y esto que pasa nos da miedo y descompone.

Acotación: El nueve de noviembre de 1989, una voz disparo tumbó el muro de Berlín y con este al comunismo: con efecto inmediato y ahora mismo, dijo Günter Schabowski. Riccardo Ehrmenan, corresponsal de ANSA, la repitió y la gente pasó la frontera.

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