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Por José Manuel Restrepo Abondano* - Jrestrep@gmail.com
Me atrajo la reflexión reciente de la Profesora de Harvard, Stefanie Stantcheva quien analizaba cómo en USA muchos de los debates de política económica y social terminan marcados por la “mentalidad de suma cero”. Esa idea de que la prosperidad es como un ponqué fijo donde la ganancia de un grupo implica necesariamente la pérdida de otro. Lo relevante es que esta misma forma de pensar no es ajena a Latinoamérica. Muchos asumen que si unos prosperan es a costa de otros, lo cual alimenta desconfianza y resentimiento social.
Esto me recuerda el dicho “el vivo vive del bobo y el bobo de su mamá”, que sugiere que la riqueza se logra a costa del prójimo. Incluso en el discurso público a menudo se equipara éxito con abuso, y la “solución” propuesta es repartir el pequeño ponqué fijo, en porciones más pequeñas. Lo que hacemos es perpetuar la miseria. Una ejemplo práctico en nuestro país de hoy, es que al sector empresarial, que es el que aumenta el tamaño del ponqué, se le ve como un enemigo, y mejor es pauperizarlo y exprimirlo a más no poder, sin darle incentivos para crecer. Típica mentalidad de suma cero!! Por eso le pega muy bien a esta idea la estatización de la economía, supuestamente para evitar los “abusos” del sector privado.
Esta noción se ha normalizado, volviéndose “la forma como vemos el mundo” y reforzando la idea que crecimiento económico y justicia social son excluyentes. Vaya visión tan miope!!. Una mentalidad de suma positiva reconoce que la riqueza se crea y que el éxito de unos impulsa otros. En la economía del conocimiento y cuarta revolución industrial, la prosperidad de algunos no excluye a los demás. La historia lo confirma. El porcentaje de la humanidad en pobreza extrema cayó de 35% en 1990 a 10% en 2015, un progreso imposible de lograr en un mundo de suma cero.
Pensando en Colombia, y para superar esta lógica de “suma cero”, la clave está en educar para el emprendimiento y promover una cultura gana-gana. Un sector privado dinámico no es enemigo del pueblo, sino aliado contra la pobreza. Fortalecer las empresas se traduce en trabajo digno e innovación. Eso sí, siempre con la conciencia que ninguna compañía prospera en una sociedad débil. Las empresas que reinvierten en su gente y comunidad, siembran confianza y desarrollo.
Lo crítico es abandonar la idea de que solo lo público garantiza el bienestar. Si bien el Estado debe regular y brindar igualdad de oportunidades, un enfoque estatista que demoniza el lucro privado nos encierra en la lógica de suma cero. En vez de castigar el éxito privado, hay que multiplicarlo. Ver al empresario no como sospechoso sino como socio de un mejor país. Con reglas claras, simples y responsabilidad, un crecimiento sano financia políticas sociales duraderas mejor que cualquier reparto de migajas fiscales en estados burocráticos.
Mirando al futuro Post-Petro, Colombia necesita un consenso que supere la polarización entre “ganadores” y “perdedores”. La mentalidad de suma positiva ofrece ese camino al reconocer que gobierno, empresas, trabajadores y ciudadanía pueden cooperar para que todos avancen.
Un país no sale adelante repartiendo escasez, sino creando abundancia.
*Rector Universidad EIA