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Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
La semana anterior, el marxista alucinado que ilegítimamente llegó a la presidencia, realizó otro de sus ridículos “happenings” ante la escasa concurrencia que obligatoriamente tenía que estar presente en el auditorio de la Asamblea de Naciones Unidas, en la inútil reunión que todos los septiembres desde hace décadas ha convertido dicho escenario en el lugar en donde “todos hablan, pero casi nadie escucha”. La lista de idioteces, equivocaciones, mentiras, imprudencias y desatinos perpetrados en su alargado discurso es enorme y no hay espacio en esta columna para referirse a todas ellas, pero me llamó la atención una en particular que quiero comentar por el riesgo que confirma. A causa de su ego y autoconvencimiento que es la única mente privilegiada que ha tenido la civilización humana, el “okupa” de la Casa de Nariño, en medio de su delirio y su creencia que nadie más sabe realmente qué es el marxismo, porque él lo es, así le dé pena decirlo públicamente y por ello lo disfraza autodenominándose como “progresista”, fustigó al depravado de Stalin porque para el alucinado marxista con ánimo de lucro, Stalin fue un cobarde que no tuvo las agallas para tomarse por la fuerza el resto de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945, claudicó a cumplir con uno de los objetivos básicos de la teoría comunista, según la cual todo el planeta debía ser comunista para que dicho modelo funcionara.
La desmesura y fundamentalismo irracional de Petro es tan grande, que asusta por su peligrosidad y lo que puede ocurrir el año entrante. Tal vez el único que puede competirle fue el dictador de la isla prisión de Cuba, Fidel Castro, que también en sus delirios, criticó al líder soviético Nikita Jrushchov durante la crisis de los misiles de Cuba, al considerarlo un cobarde que no fue capaz de disparar contra EE. UU. los misiles que habían instalado los soviéticos en la isla y luego retirarían tras el bloqueo estadounidense. “Nikita mariquita, lo que se da no se quita” cantaban adoloridos y “traicionados” los castristas en las calles de la Habana. Fidel Castro y los comunistas cubanos dicen que eso no es cierto, que la carta del 26 de octubre de 1962 que le envió a Nikita, fue mal traducida al ruso por la embajada soviética; pero no hay forma de ocultar la irresponsabilidad y el enfermizo fundamentalismo marxista de Castro, que prefería que el mundo explotara a que no se cumplieran las necesidades que implicaba la ampliación global del marxismo. En dicha carta dijo que era: “el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no había otra.”
La peligrosidad de la mente del alucinado marxista que nos desgobierna, queda nuevamente demostrada en su reciente discurso, porque evidencia su convicción que no hay límites de ninguna naturaleza para cumplir sus metas, que todo es permitido, incluso el uso irracional de la fuerza, y por eso, de una persona así, debemos considerar el riesgo de cómo serán las elecciones del 2026 y su resultado, si es que se realizan.