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Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
No es una novedad que los gobiernos comunistas, como el nuestro, además de reescribir la historia, como lo hizo uno de los malignos resultados de la alianza Santos-FARC con su nefasto informe de la “Omisión de la Verdad”, tienen una larga tradición de manipular la información, tergiversar la realidad, ocultar sus equivocaciones y los hechos que las podrían evidenciar, y magnificar e inventar sus supuestos éxitos.
Si usted cree: que el número de infectados en China del COVID-19 solo fue el 7% de la población o que el crecimiento de su PIB no es el que ordena el Partido Comunista Chino en vez del que los modelos económicos concluyen; que el mejor servicio de salud de Latinoamérica es el de la isla prisión de Cuba; o que el desempleo en Colombia está bajando y la economía se está recuperando, es de una ingenuidad y/o bobada ciertamente peligrosa.
La denominada Ley de Goodhart que he mencionado en columnas anteriores, plantea el caso en el que una medida o indicador pasa de ser una herramienta y se convierte en un objetivo o fin, buscando que el indicador sea la declaración de un deseo y no la manifestación de lo real, y para ello deben manipularse las cifras y alterarse los procedimientos para su cálculo. Cuando las cifras y los indicadores no son una señal de la realidad sino instrumentos para soportar y apoyar una intención o ideología, no son útiles para tomar decisiones inteligentes sino veneno para la racionalidad, que impide que dichas decisiones sean libres y útiles para todos.
Sin embargo la mentira corre el riesgo de quedar en evidencia si las personas pueden y quieren contrastarla, pero ello solo es posible si tienen el tiempo y el espacio en sus mentes para hacerlo. Por eso los promotores y generadores de mentiras optan por saturar a los ciudadanos con estupideces, escándalos absurdos y toneladas de “globos” y “trinos” transmitidos por las libertinas redes sociales y medios de comunicación manejados por estúpidos prostituidos por el “rating” y los “likes”. Eso explica que en vez de estar visibilizando el colapso institucional y económico en que estamos, despistan a la gente con las declaraciones de un adicto que dice que salvará a Gaza, o las de una autodenominada “marica” que alega que cumple con las absurdas y discriminatorias cuotas de igualdad numérica en cargos públicos.
Mientras distraen a los colombianos con idioteces, el gobierno manipula las cifras en sus lamentables consejos ministeriales y presentaciones en televisión. Señalo un ejemplo. La política energética de este gobierno, que va a generar una catástrofe programada así como la del sistema de salud y afectará a todos pero especialmente a los más pobres, intentan esconderla modificando la forma de contabilizar las reservas de hidrocarburos del país, inflándolas para justificar la desquiciada prohibición y desestimulo a la exploración y explotación de hidrocarburos.
Pero el dato más peligroso que probablemente será alterado, será el conteo de votos de las elecciones del año entrante. El país está en amenaza existencial y los colombianos se están tragando enteras las mentiras oficiales. Los gremios no arrodillados que quedan, deberían desenmascarar al gobierno embustero.