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A continuación, relaciono algunas reglas que un inepto en la cúspide de cualquier organización, sea una empresa privada o entidad pública, tiene claro para hacer mal su trabajo y destruirla, ya sea por idiotez innata y/o porque fue entrenado para serlo; y luego indicaré su autoría.
-) Insista en que todo se haga a través de los canales adecuados. Nunca permita que se tomen atajos para agilizar las decisiones. -) Haga “discursos”. Hable con la mayor frecuencia posible y extensamente. Ilustre sus argumentos con largas anécdotas y relatos de experiencias personales. Nunca dude en hacer algunos comentarios patrióticos apropiados. (¿Se le parece a alguien en el Palacio de Nariño hablando sobre Aureliano Buendía, Simón Bolívar o los burdeles parisinos?). -) Siempre que sea posible, remita todos los asuntos a comités para su posterior estudio y consideración. Procure que los comités sean lo más numerosos posible, nunca menos de cinco. (Esta es una de las cosas que más les advierto a los estudiantes en mis clases del MBA). -) Plantee cuestiones irrelevantes con la mayor frecuencia posible. (¿Se le parece a un presidente que pontifica sobre la “inexistente” tangente de una curva “cóncava hacia abajo” o la solución a lo “ilegal” desapareciendo la “i” del alfabeto?) -) Vuelva a los asuntos decididos en la última reunión e intente reabrir la cuestión de la conveniencia de esa decisión. -) Abogue por la “prudencia”. Sea “razonable” e inste a sus compañeros conferenciantes a ser “razonables” y evitar las prisas que podrían causar vergüenza o dificultades más adelante. -) Preocúpese por la pertinencia de cualquier decisión; planteé la cuestión de si la acción contemplada se encuentra dentro de la jurisdicción del grupo o si podría entrar en conflicto con la política de algún nivel superior. -) Al asignar tareas, siempre elija primero las tareas sin importancia. Asegúrese de que las tareas importantes se asignen a trabajadores ineficientes de máquinas deficientes. -) Para bajar la moral y con ella, la producción, sea amable con los trabajadores ineficientes; otórgueles ascensos inmerecidos. (Preferiblemente, si no tienen experiencia, falsificaron su diploma profesional en una “Universidad Express” o saben “cosas malas” de usted. -) Discrimine a los trabajadores eficientes; quéjese injustamente de su trabajo. (o diga que no le “están copiando”, como decía “Pinturita”) -) Celebre conferencias cuando haya más trabajo crítico por hacer. (Ojalá en Davos, París o Manta).
Estas “joyas” no son parte de la confesión de algún inepto profesional que, al borde de la muerte o por una revelación divina, decidió confesar sus “tips” administrativos, y espero tampoco del curso de inducción para ministros y funcionarios del actual gobierno. Son algunas recomendaciones del “Manual de Campo de Sabotaje Simple” que publicó de forma clasificada el 17 de febrero de 1944 la OSS, (Office of Strategic Services), predecesora de la CIA. Este manual servía de guía para que civiles en la Europa ocupada por la Alemania Nazi, llevasen a cabo actos sencillos de sabotaje sin necesidad de entrenamiento y equipo especializado. Sin embargo, parece que en nuestro caso el proceso de sabotaje guía a los niveles más altos de la rama Ejecutiva y ya está designado el experto para continuarlo en 2026.
