Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
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Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com
Por fin en muchísimo tiempo, un amanecer, el del viernes, llegó en armonía con la serenidad del campo, el canto de las aves y el paso habitual de una bulliciosa bandada de guacamayas por encima de la casa. Las malas noticias cotidianas quedaron minimizadas por tres acontecimientos consonantes con la realidad natural de la alborada. La tranquilizante inauguración del cese de hostilidades en Gaza y la reconstrucción de la paz sobre las ruinas que dejó el conflicto brutal. El otorgamiento del Nobel de Paz a la heroína de la resistencia venezolana María Corina Machado. Y el tatequieto del Consejo de Estado al Presidente que abusa de la televisión para emitir sus alucinaciones retóricas y sus desafíos a todo aquel que se atreva a oponérsele.
Ya desde la víspera, el jueves el día se abrió con la reconfortante noticia de la adjudicación del Nobel Literario al magnífico escritor húngaro Laszlo Krasznahorcai, figura eminente de un sexteto de autores como Sandor Marai, Magda Szabo, Imre Kertesz, Deszo Kosztolanyi, Peter Esterhazy, todos ellos bien leídos y valorados en el medio nuestro, gracias a la demanda de la gran cofradía universal de los lectores empedernidos y los avances de la industria editorial. Omito las tildes del húngaro para españolizar la escritura de los nombres. Aquí, en tertulias y programas universitarios, hace años hemos compartido no pocas publicaciones de Marai, desde su libro testimonial Confesiones de un burgués. así como tenemos fácil acceso a varias obras de Krasznahorcai como Melancolía de la resistencia y Tango satánico.
A propósito, la literatura húngara tiene particular magnetismo para nosotros porque, y lo dicen varios hermeneutas más autorizados, ha aportado una voz única a la cultura universal, marcada por la introspección, la melancolía histórica y la búsqueda de identidad en medio de crisis políticas y existenciales. Así, es un espejo de la crisis humana, social, política y cultural de la Europa que ha perdido la razón y la categoría de faro de Occidente, como lo ha dicho Pérez Reverte en comentarios recientes. Leamos a Krasznahorcai para aceptar la pertinencia de tales dictámenes.
Lo que pretendo resaltar hoy es la excepcionalidad del amanecer noticioso del viernes. Claro que no podían faltar los relatos lacerantes sobre la violencia que brota en el país nuestro como si saliera detrás de las piedras, ni los recuentos de las otras desgracias nacionales como la corrupción, el cinismo, la malicia y la mala fe. Sin embargo, surgieron aquellas tres noticias que subrayo, el acuerdo sobre Gaza, la distinción a la señora Machado y el regaño al señor de los trinos por descarado. Es obvio que no todos los días podemos soñar con una aurora resplandeciente y armoniosa por las buenas radionoticias que no disuenan del entorno, sobre todo del campesino que tanto enseña a vivir en paz con todo. Quién sabe cuándo se repetirá ese amanecer del viernes en que la agenda informativa matutina se acompasó con la algarabía de la bandada de guacamayas.