En medio de tantos logros y difíciles evoluciones, el hombre de hoy como el de ayer vive cautivo de sus propios miedos, así todavía se estremezca con el canto de los pájaros o con el gallo orgulloso que anuncia la llegada del nuevo día. Por eso él está repleto de incógnitas y con una sola convicción: la de que cualquier día amanecerá en otra dimensión de la vida que es la muerte; esa es la única realidad, lo demás son sueños y añoranzas propias de este universo y sus estrellas lejanas. Es más, este ser humano está convencido de que en otros infinitos las quimeras no son las suyas y la historia no es esta que se reitera como el silbido del búho al inicio de cada noche o al amanecer.
No obstante, el presente le brinda algunas confianzas y claridades:...