Jesús cuenta esta parábola: «El Reino de Dios es como un hombre que siembra la semilla en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano en la espiga. Y cuando la cosecha está a punto, mete la hoz, porque ha llegado la siega” (Marcos 4, 26-29).
Su mirada da a Jesús una sintonía admirable con la realidad, que lo convierte en maestro consumado en el arte de contar parábolas, expresión maravillosa de la realidad. La majestad oculta de quien habla centellea en cada una de sus palabras.
La fantasía de Jesús es arrobadora. No se sirve de ella para suplantar la realidad, sino para traducir...