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La verdad

hace 5 horas
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Por Lewis Acuña - www.lewisacuña.com

El profesor le reclamó enérgicamente a uno de los estudiantes. —¿Por qué no escribiste el ensayo?

El estudiante respondió con calma. —Profe, lo que leí no me convenció para escribir sobre ello. El profesor insistió. —¿Por qué no te convenció?

—Porque no pude encontrar la verdad en lo que estaba escrito. El profesor frunció el ceño. —¿Cómo así?

El joven lo miró de frente. —El ensayo dice que mi país es un país rico. Pero nuestra casa es de latas, mi ropa, mi morral y mis útiles vienen de la caridad. Dice que mi país es tierra de petróleo y gas, pero no tenemos gas para cocinar y mi madre aún cocina con palos.

Dice que está lleno de bendiciones, pero yo solo veo y escucho que desaparecen en los bolsillos de otros. Dice que es la cuna de la historia y la civilización, pero seguimos estancados hablando del pasado y quienes gobernaron antes mientras los demás progresan. Y también dice que en esta nación la gente es igual en derechos y deberes, pero yo no he encontrado ni siquiera cómo hacer valer mi derecho como ser humano ni como ciudadano. Puedo sentir que quiero a mi país, pero no quiero mentirme a mí mismo. Por eso no hice mi tarea.

Él no se negó a escribir un ensayo. Se negó a escribir una mentira. Es lo que me impacta de esta vieja historia. Eligió enfrentarse a su propia conciencia antes que repetir frases vacías. ¡Qué importante eso!

Tú salud emocional también depende de la capacidad de ver y nombrar la verdad, incluso si incomoda. Fingir, callar o aceptar las narrativas que sabes que son falsas, te enferma por dentro. No lo dudes.

La lealtad ciega a una versión que niega la realidad genera frustración, rabia, desesperanza. Piensa en esto. Lo que más lastima no es la pobreza, la desigualdad o la injusticia, sino el esfuerzo que se hace desde arriba para convencerte de que todo eso no existe. Ese choque entre lo que se dice y lo que se vive destroza la confianza, rompe la autoestima colectiva y destruye el sentido de pertenencia.

Nombrar la verdad no resuelve todo, quizá ni lo cambie, pero es el mayor paso de tu dignidad consciente. Reconocer la herida evita que siga infectándose en secreto. Así funciona.

Lo que no se nombra, se enquista. Lo que se calla, se convierte en el lastre que llevas a todas partes y te deforma.

Ser verdaderamente tú es un acto heróico que muchas veces duele, pero el costo de ser tú, siempre será menor que el precio de la negación. Vivir en tu verdad, aunque sea incómoda, no es un ataque ni una traición contra nadie, si la portas con la coherencia de entender la de los demás.

Tu verdad, ante todo, es un acto de respeto, uno para que tengas siempre en cuenta de que ningún país, ninguna familia o ninguna persona puede avanzar si persiste en sostener la simulación de una mentira, aunque se repita tanto que suene a realidad.

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