Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
A veces hay despedidas ajenas que se convierten en propias. Que recuerdan amigas que se fueron y amores que no pudieron ser. Que nos sacuden con fuerza para que no olvidemos lo frágil y efímero que es todo esto. La muerte de la extraordinaria actriz Diane Keaton no solo ha generado comentarios de admiración por lo que hizo con su vida, por lo auténtica que fue, sino que ha servido de catarsis para muchos de aquellos que la conocieron y también para aquellos que la imaginaron.
Su repentina desaparición ha hecho que cada día de esta semana, como en un lento goteo, amigos, amores y compañeros del presente y el pasado hayan escrito desde el dolor de su ausencia. Tal vez buscando sacar eso que llevaban dentro y que nunca le expresaron con tanta claridad, bien por alguna íntima cobardía o bien porque ella jamás lo habría permitido.
De entre todas esas despedidas destaca la de Woody Allen, su expareja y amigo, su mentor, como Keaton misma lo definió alguna vez. En un artículo publicado en The Free Press a los dos días de su muerte, Allen no solo rememoró cómo se conocieron o los muchos detalles que la hacían original, sino que desde la perspectiva que le dan sus 89 años confesó la profundidad de su sentimiento.
“Cuando comencé a vivir con ella, empecé a ver el mundo a través de sus ojos. Desde entonces le mostré cada película que hice y solo me preocupaban sus comentarios. Nunca leí una sola reseña sobre mi trabajo y solo me importaba lo que Keaton tenía que decir al respecto. Con el paso del tiempo he hecho películas para una audiencia única, Diane Keaton”.
Si ella lo supo o no es imposible saberlo, pero esas palabras reflejan el respeto, la admiración y el amor de una relación que trascendió el concepto de pareja y que evolucionó para convertirse en una amistad profunda y única. Tanto, que ella fue una de las pocas, sino la única voz, que cuando se le preguntó por las acusaciones de abuso sexual que recaían sobre el director (y que fueron desestimadas) contestó con total honestidad y libertad: es mi amigo y le creo.
Y es que si algo tuvo esta mujer fue coherencia. Además de actriz fue fotógrafa, diseñadora de interiores, artista del collage y directora de cine. Y en ese orden de ideas se constituyó en un curioso icono de la moda que nunca acudió a marcas, estilistas o tendencias para vestirse. Solo a su deseo de expresar genuinamente y de manera creativa lo que ella era.
Se dice que Al Pacino, uno de sus grandes amores, dijo que uno de sus grandes arrepentimientos en la vida era no haberse casado con la actriz. Otra confesión que llega desde la revisión de la vida de un hombre que tiene 88 años. Diane Keaton nunca tuvo un marido, pero sí grandes relaciones. ¿Por qué se acabaron si tanto la quisieron? Como dijo Allen con su característico sentido del humor “solo Dios y Freud podrían ser capaces de averiguarlo”.
