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La violencia que llevan algunos en su interior puede permanecer dormida durante años. Reprimida, agazapada, pero siempre al acecho, tal parece que siempre buscara una grieta para filtrarse y salir a la luz. De otra forma no se explica que movimientos tan perturbadores e inquietantes como La Base salgan de la oscuridad de internet y comiencen a consolidarse en el mundo real como si nada.
Se trata de una organización internacional neo-Nazi que está invitando a participar en un evento real de entrenamiento paramilitar en Estados Unidos este verano. Como si se tratara de una de tantas actividades que realizan los escolares durante los meses de julio y agosto, La Base lleva un tiempo haciendo campaña para recolectar fondos. Y el mensaje no puede ser más elocuente: “Cuando usted dona dinero para La Base, está invirtiendo en la Fuerza de Defensa Blanca, cuyo objetivo es proteger a la gente blanca de la persecución política y la destrucción física”.
Semejante desparpajo para anunciarse públicamente hace pensar que no tienen mucho temor a que los vayan a perseguir. Porque en una extraña interpretación del derecho a la libre asociación y la libertad de expresarse, el FBI, que hasta hace poco se ocupaba de desactivar este tipo de movimientos, ahora dice que su labor se centra en la actividad criminal y no en los miembros que hacen parte de un grupo determinado.
Una respuesta lógica dentro de ese ambiente tóxico que ha creado la nueva administración, cuya postura ha sido la de restarle importancia a la extrema derecha, retirar agentes que hayan perseguido a estos descerebrados y conceder perdones incondicionales a todos aquellos que participaron en el espeluznante asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Rinaldo Nazzaro, antiguo contratista del Pentágono y fundador de La Base, aclaró desde su residencia en San Petersburgo, Rusia, que esta es propaganda con hechos y no solo con palabras. Y para demostrarlo ha comprado tierras en el oeste de Estados Unidos, junto al Pacífico, donde piensa construir la sede de su organización terrorista. Este es un paso con el que demuestra lo cómodo que se siente ahora, en su propio país, después de que hace unos cuantos años los equipos de contraterrorismo se encargaban de perseguir y arrestar a los miembros de su organización.
Cómo se les permite campar a sus anchas asombra. Por qué vuelve a tener fuerza un movimiento supremacista después de los horrores que aún tenemos frescos en la memoria es aún más desconcertante. Cuando creemos que hemos dado un paso adelante y que la lección quedó aprendida, vuelve a despertar el monstruo dormido y nos enseña lo fácil que es retroceder. Explicaciones hay desde todos los ámbitos de la cultura, pero cada hipótesis se queda corta frente al hecho absurdo de entender por qué algunos consideran que el color de la piel determina el valor de una persona.
Por momentos es imposible no tener una cierta sensación de derrota, aunque haya que seguir creyendo en la humanidad. No tenemos otro remedio.
