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El valor de la palabra en la unidad nacional

hace 22 horas
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  • El valor de la palabra en la unidad nacional
  • El valor de la palabra en la unidad nacional

Por Luis Fernando Álvarez Jaramillo - lfalvarezj@gmail.coÁ

Afirmar que el presidente de la República es el primer responsable por el trabajo que el Estado adelante en pro de la unidad nacional, no es una afirmación retórica de carácter académico, sino un mandato que contiene expresamente la Constitución Política de 1991. Quiere decir que toda acción u omisión del Jefe de Estado, que de alguna manera atente o desconozca el sagrado deber de protección de la unidad nacional, conlleva una clara violación de los deberes propios a un servidor público y ello amerita que los órganos competentes asuman la correspondiente investigación y que la ciudadanía esté pendiente de los avances de las mismas

La unidad nacional como deber presidencial, se forja a partir del lenguaje de acercamiento, tolerancia, superación, aceptación, inclusión y convivencia que el jefe de Estado debe expresar en cada una de sus intervenciones públicas. No puede aceptarse que quien ha sido elegido máximo mandatario por decisión de la voluntad mayoritaria, se considere a sí mismo, representante de una fracción de la población y enemigo de la otra, pues cuando así actúa se cae en una especie de macartismo social propio de autócratas y dictadores tiránicos. Además, un comportamiento de esta naturaleza, encarna dos falacias con hondos efectos: La primera, que el gobernante se auto atribuye la esencia única de la verdad, desde el momento en que divide la sociedad entre buenos ( los de sus afectos) y malos (los demás), y la segunda, por cuanto esa separación subjetiva llevada a un lenguaje de odio y exclusión, de marca negativa y de asimilación tendenciosa, se convierte en un arma de carácter mortal, como se ha evidenciado en el país en los últimos días.

Sinceramente todos pensábamos que aún en una sociedad históricamente violenta como la nuestra, aquellos macabros episodios de secuestros, terrorismo y asesinatos de los últimos años del siglo pasado, quedaban como un nefasto recuerdo; sin embargo, precisamente alentados por los mensajes de odio que en los últimos tiempos ha surgido de las altas esferas del gobierno, aquellos actos de desprecio hacia el contradictor o el opositor lamentablemente han dejado de ser cosa del pasado. El poder negativo de la palabra indebida y la irrespetuosa consideración hacia el prójimo (el próximo), son la semilla nefasta, de la cual se derivan los destrozos de la acción. Los equivocados pronunciamientos de carácter divisorio por parte del gobierno son escuchados por una sociedad polarizada, en ocasiones mal formada o al menos mal informada, que utiliza el tono y contenido de esos mensajes negativos, para optar o incrementar el uso de la violencia, no solo verbal, sino fáctica. Son muchos los trabajos filosóficos y sociológicos que resaltan la manera como las palabras pueden influir en la vida de una sociedad, tanto positiva como negativamente. Sobre el poder de la expresión verbal, la Biblia enseña que la palabra de Dios nos hace reflexionar sobre nuestros motivos y actitudes, y advierte que las palabras pueden sanar o herir.

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