La mayor indignación de los últimos años, como latinoamericano y como bolivariano, la sentí cuando el presidente Nicolás Maduro ordenó expulsar a los colombianos indocumentados que llevaban años de vivir en Venezuela.
Cuando les dio vía libre a su Guardia Nacional y sus buldóceres para que aplastaran las casas y sacaran a empellones a nuestros compatriotas. Luego cerró la frontera y partió la historia de familias y comunidades enteras.
Un verdadero bolivariano, inspirado por el espíritu de unidad de nuestros pueblos que cultivó y defendió Simón Bolívar, jamás habría cometido esas tropelías. Hubiera tenido el tacto y el respeto de un estadista decente y patriota para pedirle a aquella gente que le desocupara el que él cree su país y que gobierna...