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Medellín nos llama

En estos recorridos constaté cómo el desgobierno de la ciudad se ha convertido en rabia por parte de los ciudadanos que expresan de distintas maneras su frustración y necesidades.

01 de agosto de 2023
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Por Luis Bernardo Vélez - opinión@elcolombiano.com.co

Este año he recorrido los barrios, comunas y corregimientos de la ciudad con libreta en mano. Reuní el sentir y las palabras de miles de personas con las que tuve la oportunidad de conversar, pero, sobre todo, tomé atenta nota. Aunque llevo más de veinte años de vida pública, cuatro períodos como concejal y uno como secretario de Inclusión Social, este diálogo con la gente que hice en los últimos meses me entregó una fotografía de lo que preocupa verdaderamente a los ciudadanos. De este diagnóstico quiero destacar algunas cosas.

Varios asuntos son urgentes y de ellos quiero ocuparme. La seguridad es hoy para las personas una prioridad. En todas las comunas coinciden en el reclamo de seguridad, entendida de diversas formas y con necesidades diferentes. El control de bandas criminales, vacunas, plazas de droga y el clásico atraco, fleteo, robo de vehículos y viviendas, entre otros, no solo aumentan, sino que dejan al ciudadano desprotegido y atemorizado durante su vida cotidiana. El centro de la ciudad, por ejemplo, es foco de muchas de estas actividades delincuenciales. El problema es extensivo a todos los sectores y la percepción de las personas es la de una quietud de parte de la administración que hace que muchos decidan resolver por su propia cuenta el problema, aumentando la violencia y la llamada justicia por mano propia.

Pero lo más grave que recojo de estas extensas conversaciones tiene que ver con los problemas sociales. Quienes me conocen saben que me acompaña una experiencia real y con resultados concretos en materia social, no solo cuando fui secretario de Inclusión Social, sino como médico y concejal. Esos esfuerzos de muchos años que hemos liderado en programas y políticas sociales para Medellín y en los que habíamos avanzado de un modo ejemplar están hoy en un estado lamentable de interrupción de su continuidad, desfinanciamiento y hasta desaparición de varios de ellos, relegando al abandono a la población beneficiaria y más vulnerable. No haré acá una lista de dolores porque ya es suficientemente conocido el drama en el que deja la actual administración a los habitantes de Medellín.

En estos recorridos constaté cómo el desgobierno de la ciudad se ha convertido en rabia por parte de los ciudadanos que expresan de distintas maneras su frustración y necesidades. Las personas mayores reclaman inmediata atención integral. Son más de 450.000 mayores de 60 años y me hicieron pensar que es hora de crear una unidad administrativa exclusivamente para ellos. Esta va a recoger la experiencia acumulada de trabajo con esta población. Urgentemente necesitamos, también, una clínica pública especializada en problemas de salud mental y adicciones. Este drama no puede seguir oculto en la tragedia familiar y con una Alcaldía indiferente.

El llamado de Medellín hoy es muy claro y no admite improvisaciones. Si no atendemos con rapidez y seriedad estos problemas estaremos abocados a condenar a la ciudad y a sus habitantes a la marginación y el desespero. ¡Oigamos ya ese llamado!

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