Por Sebastián Barreto Morales
sebastian.barreto@upb.edu.co
Durante mi vida universitaria he tenido enfrentamientos con personas de otras facultades cuando afirman que la profesión periodística es tan simple que es el escampadero de algunos. A lo largo del camino formándome como periodista, tuve sinsabores respecto al manejo de las fuentes, las noticias y su información, frente a cómo éramos vistos por la sociedad y cómo el poder de nuestra opinión o cubrimiento a un tema específico podrían reparar o dañar a los involucrados.
No tenemos tarjeta profesional como los abogados ni hacemos juramento a nuestra profesión como los médicos, pero el deseo de aportar a la sociedad por medio de lo que nos gusta hacer, nos lleva a panoramas que, a veces, nos ponen en el limbo. Traspasamos la línea del autocuidado para llevar un buen producto a los lectores y así, quitar la oscuridad que otras personas han puesto sobre ellos para que la verdad sea imaginada y no la real.
Según los reportes de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), en lo que llevamos del año, se han presentado 428 víctimas que ejercen dicha profesión. ¿Hasta cuándo? Año tras año suben las cifras, ¿y qué se hace al respecto? Más allá de ser periodista, se es persona, y sé que la mayoría, a pesar de sentir miedo, sigue ejerciendo y luchando para no quedar silenciados de por vida.
No solo nos hemos enfrentado a la violencia que lucha por ocultar la verdad sino también a la evolución que, con rapidez, ha cambiado las dinámicas que tienen las personas al buscar la información. Pasamos del papel a las pantallas, y seguimos batallando para continuar ofreciendo nuestro profesionalismo y respeto a los lectores. Tengo la plena certeza de que donde sea que la vida nos ponga en cuestiones laborales, nos adaptaremos y buscaremos las plataformas necesarias para llegar con nuestros trabajos a los interesados.
En nombre de los colegas que también lo sientan, pido excusas si en algún momento por nuestro ejercicio profesional tuvieron algún daño colateral. Y a ustedes, periodistas que están leyendo esto, les quiero decir: tengamos convicciones unificadas, aquí no se trata de ideologías, se trata de un mismo objetivo y de un servicio que prestamos a millones de personas que, aunque a veces se nos olvide, ellas necesitan de nosotros y nosotros de ellas, para evolucionar y, más que crecer profesionalmente, crecer como personas.