Ir a la habitación de un hombre, en un hotel, en su casa, o donde sea que él considere está su madriguera y tiene su cama, es meterse en la boca del lobo, y todas lo sabemos desde jóvenes, aún desde niñas. Entonces ¿por qué tantas mujeres caen en la trampa?
Eso me preocupa y me molesta profundamente. Es difícil creer que mujeres occidentales poseedoras de tanta libertad por décadas, que hablamos, leemos y escribimos constantemente sobre nuestros derechos y nuestra sexualidad, que hemos luchado por educarnos y trabajar a la par con el hombre, aún en carreras antes vedadas a la mujer, como el ejército y la policía, entren en la madriguera de un macho inocentemente, o lo dejen entrar a la habitación propia sin haber sido invitado, sin calcular el...