Lo peor de la actual crisis de violencia, impunidad y corrupción en México es esa espantosa sensación de que no va a pasar nada. Nada.
Es el temor, bien fundado, de que no habrá justicia en el caso de la matanza de 43 estudiantes en Guerrero ni habrá tampoco una investigación oficial sobre cómo se financió la casa de 7 millones de dólares de la familia presidencial. Indigna sospechar que todo seguirá igual.
Ya nos ha pasado antes. Nadie pagó por la masacre de estudiantes de 1968; nadie ha investigado oficialmente cómo nuestros expresidentes se han hecho millonarios. Y ahora el México del presidente Enrique Peña Nieto es el paraíso de los delincuentes. Casi nadie reporta los crímenes -por desconfianza en la justicia- y casi todos los delitos que...