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Dany Alejandro Hoyos
Columnista

Dany Alejandro Hoyos

Publicado

Mirar a las gallinas

Por Dany Alejandro Hoyos - @alejandrohoyos

Despierto y hace frío. Me pongo un saco. Agarro maíz y salgo a llamar a las gallinas. Ellas vienen, me saludan, o eso creo, las miro comer y no hago nada más. Observo en silencio. A veces les hablo, con cuidado de no asustarlas porque se espantan fácil, son muy gallinas.

¿Por qué les estoy hablando de mirar a las gallinas mientras comen maíz? Déjenme les cuento una historia: un día después de una función salí a caminar y encontré a un grupo de señores conversando. Uno de mis placeres culposos es escuchar conversaciones ajenas. A veces, he pasado varias estaciones del metro por quedarme escuchando un chisme. Estos señores, con sus barrigas al aire, tomaban cerveza y hablaban de sus tristezas con la hilaridad y el desparpajo propios del trópico. Se hacían chistes el uno al otro sobre las tragedias de su vida, a uno de ellos, al parecer, la mujer lo había dejado, otro tenía un jefe o alguien de su trabajo que le jorobaba la vida, pero ninguno soltó ni un solo lamento. La felicidad se compone de tristezas, amigos, cerveza y musiquita de fondo.

Ellos estaban felices con sus desgracias. En ese momento de mi vida yo no tenía ninguno de esos problemas, ni esa alegría. Me dio envidia. Al llegar al hotel, después de anotar dos chistes que se me habían ocurrido, me puse a pensar en lo bueno que estaban pasando ellos. Entonces, como tenía que escribir un monólogo de humor para el programa, se me ocurrió hacer una lista de las cosas que hacen felices a las personas. Cuando llevaba una parte descubrí, con un poco de melancolía, que ninguna de esas cosas las tenía yo en ese momento. Tomé un trago, olvidé el monólogo y me puse a hacer mi propia lista, a la que llamo, parafraseando la canción de Serrat, la Lista de las pequeñas cosas. Desde ese día, cada que identifico una nueva la voy anotando y trato de hacerla. No comparto la lista porque hay algunas que son tan personales y triviales que nadie las entendería, por ejemplo, mirar casas por internet, así no vaya a comprar ninguna.

Hoy tengo más de cien cosas sencillas que me hacen feliz. Una de ellas —bueno, no es tan sencilla— es escribir, y mira que EL COLOMBIANO me dio la oportunidad de hacerlo. Pobres, no saben lo que les corre pierna arriba.

Así parezca una perogrullada, no está demás decirles que, en medio de la turbulencia del mundo, del caos nacional, de la ansiedad electoral y del desasosiego mental, pueden parar y disfrutar de sus pequeñas cosas. Si quieren, hagan su lista con el riesgo de terminar como yo, mirando gallinas comer maíz. Nada como la tranquilidad de la sencillez. Los dejo porque ya parezco instructor de coaching barato. Nos leemos en quince días. Chao, me voy a echarle maíz a las gallinas 

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