Me siento ante el computador con la intención de dedicar este primer artículo del año al tema del medio ambiente. Pero no logro concentrarme. Se apodera de mí una extraña sensación de estar perdido. Es una mezcla de ahogo físico y tristeza en el alma. La nostalgia de los desterrados, la angustia de los náufragos.
Pared de por medio la ciudad se arrastra y serpentea. Es un ruido que entra a borbotones. Termino metido dentro de este ruido viscoso que ya no se oye sino que se siente, como pegado a la piel. Se escuchan los gritos, las voces, las prisas, las carreras. Motos y carros escarban inclementes las calles y arrastran por el asfalto sus gemidos metálicos. Ruido, ruido, ruido. Día y noche. Todos los días, todas la noches. Y uno ahí en medio,...