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Por Rodolfo Correa - opinion@elcolombiano.com.co
La política de los tiempos actuales parece tener como faro el arte de mentir y la campaña a la Alcaldía de Medellín es una muestra de eso. Tal parece que tener el poder y los recursos económicos para manipular la percepción ciudadana hoy es más importante para una campaña que tener un candidato preparado y con la experiencia y madurez necesaria para gobernar. El problema y la polarización que hoy vivimos en Medellín no se soluciona subiéndose a una moto como un policía, ni regalando computadores, tampoco se soluciona empapelando la ciudad, ni mucho menos comprando encuestas o viralizando difamaciones por Whatsapp.
Desde todas las orillas me han intentado marcar con uno de los bandos polarizantes del proceso electoral y para ello han tratado de vincularme con el Uribismo o el Quinterismo.
De hecho, esta columna nace como respuesta democrática e imparcial facilitada por este medio de comunicación a los intentos de la columnista Sofía Gil y de otros activistas y candidatos que a toda costa me han tratado de afiliar con alguno de los extremos políticos. Por eso mi llamado es para que los medios de comunicación sean garantes de la democracia y que a todas las opciones se les permita dar su perspectiva de la realidad. En este contexto cobra relevancia la famosa frase de Alejandro Magno quien refiriéndose a los juicios sobre otros, insistía en que se debe guardar el oído izquierdo para quien acusa, y el oído derecho para quien se defiende. Y en la otra versión, en honor a la verdad, puedo decir lo siguiente: siendo hijo de un policía y una ama de casa, encontré en la educación la mejor herramienta para progresar y avanzar en la vida. Mis estudios me permitieron entender que los problemas de una ciudad y un país no se resuelven desde los extremos ideológicos sino por el contrario, desde el equilibrio y la razón. Esta posición sumada a la gerencia técnica me permitieron ser reconocido como el mejor Secretario de Agricultura del país en el 2020.
En múltiples ocasiones he demostrado que ni siquiera en las elecciones pasadas apoyé a Daniel Quintero. Mi esposa, la cual ha sido objeto de ataque en esta campaña negra, trabajó en la Administración durante 12 años, tiempo en el que Anibal Gaviria y Federico Gutierrez también fueron alcaldes. Lo más indignante de este injusto juego electoral han sido las herramientas y estrategias utilizadas para quemar a candidatos con posibilidades a punta de difamaciones. En mi caso, ningún medio de comunicación serio, entre ellos EL COLOMBIANO, ha encontrado hechos o argumentos que lleven a afirmar que hago parte del Quinterismo o Uribismo lo que ha llevado a que influenciadores afiliados o columnistas de opinión viralicen por Whatsapp estas difamaciones.
A punta de encuestas pagas y campaña negra se está desarrollando la carrera por la Alcaldía de Medellín en donde propuestas como la mía que no tienen padrinos ni favores políticos que pagar, terminan siendo una amenaza para ambos extremos. Hace décadas a los nuevos liderazgos los desaparecían físicamente, hoy nos quieren desaparecer a punta de encuestas y mentiras. Una estrategia que le sirve igual al Quinterismo como al Uribismo, pues ambos saben que en Medellín siempre gana la alternativa. En estas elecciones tal parece que ambos extremos se pusieron al fin de acuerdo y hoy trabajan articulados para aniquilar cualquier opción diferente para Gobernar. Eso sí, lo único cierto es que yo Rodolfo Correa no soy ni de Fico, ni de Quintero.