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Parejas de
larga duración
Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com
Antes que el algoritmo de las redes hubiera invadido la privacidad de casi todo el mundo para elegir lo que vemos o leemos, cada uno de nosotros había tenido siempre su propio manual de instrucciones para resolver problemas forjado a punta de intuición, experiencias y gustos. Afortunadamente, todavía podemos combinar esas dos formas de aproximación al mundo y descubrir tesoros escondidos en medio de la vorágine de la jungla digital.
El primer ejemplo llegó vía Netflix hace unos días cuando me sugirió un documental llamado My love, una serie de seis episodios que muestra la vida de igual número de parejas en distintos lugares del mundo que han cumplido 50 o más años de casados. Provenientes de culturas muy diferentes - India, Japón, Estados Unidos, España, Corea y Brasil -, sus historias de vida son por supuesto distintas una de la otra, pero en conjunto comparten valores comunes que dan señales para entender cómo han logrado continuar juntos después de tantos años.
El compartir lo poco, no lo mucho, el instinto irrefrenable por cuidar al otro, el deseo de disfrutar de la naturaleza bien sea en el campo o en el balcón de un apartamento con dos o tres plantas, la espiritualidad vivida desde cada una de sus religiones, la música que recuerdan y la risa, siempre la risa. Pero no aquella de la broma fácil, sino la de la complicidad que da el tiempo compartido, esa que se forja con el paso de los años y que obedece a un lenguaje creado por cada pareja sin habérselo propuesto.
Tras finalizar el último episodio, una frase queda en el disco duro de esta memoria fugaz. La pronuncia un anciano de Jaén (España), un campesino tosco y rudo que explica de manera casi poética lo que es el dolor de la ausencia: “Cuando llegan las madrugás y extiendes la mano y no hay nadie al lado, eso sí es padecer”.
Y ya para demostrar el segundo ejemplo de ese manual intuitivo que cada uno de nosotros tiene, descubrí una película en la cartelera de cines que, oh sorpresa, también habla de una historia de amor a todas luces imposible. Se trata de la cinta china El regreso de las golondrinas que cuenta cómo dos parias repudiados por sus propias familias, y obligados a un matrimonio de conveniencia, se convierten a través del respeto mutuo en una pareja auténtica. En medio de un entorno rural miserable y paupérrimo, casi deprimente, van creando a través de gestos pequeños una relación duradera. Juntos prosperan como granjeros en una tierra árida y construyen su propio refugio en medio de la hostilidad del entorno. Desde esta ficción aparecen de nuevo elementos comunes con los del documental: la necesidad de cuidarse mutuamente, la escasez material, el entenderse en medio de los silencios y ese íntimo sentido del humor que aflora en medio de la adversidad.
De esta forma, los dos algoritmos, el digital y el interior, me han conducido hacia ese misterioso asunto del amor duradero. Descubrir algunas de sus claves fue bastante iluminador. Aquí quedan consignadas, por si hay otros interesados en comprender el secreto de esas cada vez más escasas parejas de larga duración.