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Pisarle la cola al ratón

DeSantis se fue lanza en ristre contra una de las empresas más icónicas de Estados Unidos y decidió quitarle los privilegios de los que gozaba desde hace casi 60 años

21 de mayo de 2023
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  • Pisarle la cola al ratón

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

Mientras Donald Trump se enfrenta a múltiples procesos judiciales y sueña con regresar a la presidencia de Estados Unidos, su más firme oponente, el gobernador de la Florida Ron DeSantis intenta forjarse una imagen de tipo duro un tanto descerebrada. Tras imponer restricciones ideológicas en colegios y universidades y enviar inmigrantes sin papeles a la isla de Marta’s Vineyard (elitista lugar de veraneo), decidió emprenderla contra la compañía Disney porque esta discrepó públicamente sobre una ley del republicano que impide tratar temas de orientación sexual en la enseñardnza pública hasta tercero de primaria.

Pues quién dijo miedo. DeSantis se fue lanza en ristre contra una de las empresas más icónicas de Estados Unidos y decidió quitarle los privilegios de los que gozaba desde hace casi 60 años. Pero tal vez no midió bien con quién se estaba metiendo. Disney es la primera empleadora del estado de la Florida, sus parques reciben cada año entre 50.000 y 150.000 visitantes diarios, arrebatarle los derechos a la empresa le costaría a los contribuyentes 1.000 millones de dólares en deudas y, es el hogar del ratón más conocido y querido en el mundo: Mickey Mouse.

Los americanos tienen un refrán que dice Don’t fuck with the mouse, deja en paz al ratón, y más le valía haberlo hecho a DeSantis. Disney no iba a entregar así como así la autonomía que tiene sobre los 100 kilómetros cuadrados que compró en los años 60 en Orlando, en mitad de la nada, y en los que ha ido construyendo sus parques de atracciones. Movilizó a su temible equipo de abogados y contraatacó. Estos se aseguraron de que los gestores locales les cedieran sus derechos casi a perpetuidad; denunciaron al gobierno de Florida por violar la Primera Enmienda, esa que protege la libertad de expresión, al haber tomado represalias contra la compañía por manifestar su punto de vista; y en una última jugada anunció la semana pasada que renunciaba a hacer una inversión que tenía programada por valor de mil millones de dólares para construir las instalaciones donde iba a alojar a 2.000 empleados.

Habrá que esperar la respuesta de DeSantis que, entre otras, hará el anuncio oficial de su candidatura a la presidencia el próximo miércoles 24. Puede que le responda a Disney creando peajes en los accesos a sus terrenos, que construya al lado una prisión o que permita que la competencia instale otros parques de atracciones. Todo es posible ahora que se abrió la veda.

Sin embargo no deja de ser intrigante el por qué DeSantis se embarcó en esta guerra cultural con Disney. Si algo queda demostrado es cómo ha cambiado el campo de batalla de la política estadounidense. Las compañías y corporaciones que hasta hace poco preferían no pronunciarse sobre asuntos políticos hoy participan en debates sociales que responden a lo que sus empleados y los consumidores exigen de ellos. Esta vez el ratón se ha hecho sentir y ya no solo sonríe, sino que se defiende y muerde. .

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