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Es imposible refundar una ciudad como la que vivimos hasta hace medio siglo, pero de ese pasado tan grato sí pueden retomarse normas de costumbre, momentos y espacios que revitalicen la Medellín del porvenir.
Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co
Me gustaría si esta columna la leyera el próximo Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, pues le propongo una suerte de nueva gerousía, un Consejo de Ancianos ad honorem, con el único interés de contribuir al servicio altruista de nuestra ciudad mediante sugerencias que nacen del despertar del entusiasmo, la confianza y el afán innovador gracias a la proximidad de su bienvenida administración. Muchos ciudadanos que estamos en la vejez como estamento de creatividad fructífera quisiéramos presentarle al gobernante distrital incontables ideas sencillas, prácticas, de fácil ejecución, que podrían ayudar al progreso urbano, para que no se repitan los abusos, desmanes, estraperlos y acciones descaradas y escandalosas de una pandilla de asaltantes que ojalá tenga la suerte condenatoria que merece por sus fechorías.
En distintas culturas y organizaciones institucionales se ha reconocido y justipreciado la capacidad de asesoramiento sapiente de los ancianos. Por supuesto que no pretendería reeditar tal cual la gerousía espartana, ni los consejos de griegos y latinos o de las comunidades indígenas de todos los tiempos. Eso sí, lo pertinente es valorar el papel de los mayores en edad, experiencia y ecuanimidad. Es imposible refundar una ciudad como la que vivimos hasta hace medio siglo, pero de ese pasado tan grato sí pueden retomarse normas de costumbre, momentos y espacios que revitalicen la Medellín del porvenir.
Tengo la convicción de que el Alcalde y su competente equipo de colaboradores, del que ya se conocen nombres excelentes, gracias a su vocación por el buen gobierno acogerán las recomendaciones de una selección de ciudadanos viejos y sensatos, que puede formalizarse a modo de think tank o centro generador de pensamiento, con el mínimo costo económico para el erario, pues sólo requeriría un computador conectado a internet y un teléfono, en la oficina de la Alcaldía a la que se le asigne la atención y con sesiones periódicas telepresenciales, pues los miembros del grupo no necesitaríamos despachos ni estar desplazándonos, ni percibiríamos ni un centavo de honorarios y todo podríamos hacerlo desde nuestros propios domicilios, con la actitud sosegada, plácida y tranquila que elogiaba Cicerón en su elogio de la vejez.
Uso el término gerousía pero aclaro que no propongo un cogobierno de los ancianos o gerontes como los antiguos espartanos, sino un grupo de apoyo con recomendaciones útiles e iniciativas basadas en el conocimiento y la experiencia, cuyas aprobación y ejecución serían facultativas del propio Alcalde. Los que estamos aquí desde hace más de sesenta años, atónitos ahora con el saqueo de la ciudad en los años recientes y muy esperanzados con lo que se dispone a hacer el nuevo mandatario distrital, tenemos mucho qué aportar, al menos como constancia de sentido común y ánimo innovador a partir de la tradición, para que Medellín vuelva a ser ejemplar en su gobierno, en la solución de sus graves problema y conflictos y en la reconstrucción de lo que unos forasteros voraces querían dejar en ruinas.