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La regulación inteligente del sector de los domicilios no puede seguir postergándose. Las plataformas, como actores fundamentales del ecosistema urbano, tienen la oportunidad y la responsabilidad de liderar este cambio.
Por Mauricio Faciolince - opinion@elcolombiano.com.co
La revolución de las aplicaciones de entrega de comida y paquetes ha transformado de manera irreversible la dinámica de las ciudades en todo el mundo. En Colombia, en particular, plataformas como Rappi, Uber Eats y Domicilios.com han redefinido la logística urbana. Esta transformación, acelerada dramáticamente durante la pandemia de COVID-19, trajo consigo beneficios como la creación de empleos, y el acceso rápido y eficiente a productos esenciales en tiempos de aislamiento y actualmente en tiempo de normalidad.
Sin embargo, como ha revelado recientemente el diario El Colombiano, el auge de este sector también ha dejado a la vista consecuencias menos positivas. El sistema de tiempos de entrega ajustados y la presión constante por cumplir metas ha generado un aumento preocupante en la accidentalidad entre los repartidores. Según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, solo en 2022, más de 6.000 motociclistas vinculados a servicios de entrega se vieron involucrados en accidentes de tránsito en el país.
A esto se suma un fenómeno igualmente inquietante: el desorden vial. El afán de los domiciliarios por cumplir con los tiempos impuestos por las aplicaciones ha llevado a prácticas peligrosas que hacen que algunos de ellos incumplan las normas de tránsito y transporte, circulando en contravía, excediendo los límites de velocidad o realizando giros prohibidos, incrementando el riesgo no solo para ellos mismos, sino también para peatones, ciclistas y otros conductores.
Entendiendo el impacto positivo de estas plataformas en la economía (solo Rappi reportó más de 100.000 empleos generados en América Latina en 2021, gran parte de ellos en Colombia), resulta imperativo encontrar mecanismos de autorregulación que permitan mantener sus beneficios mientras se minimizan los efectos negativos sobre la seguridad vial.
Una solución viable y de muy fácil implementación sería aprovechar la misma tecnología que hoy facilita el servicio de entregas para promover el cumplimiento de las normas de tránsito. Dado que la mayoría de los repartidores permanecen geolocalizados a través de las aplicaciones, es perfectamente factible conocer su velocidad, dirección y patrones de desplazamiento en tiempo real, esto combinado con la normatividad de tránsito de cada una de las vías permitiría que de manera automática se pueda saber si algún conductor esta cometiendo una infracción.
Modelos parecidos y exitosos ya existen. En el sector asegurador, por ejemplo, compañías como Progressive en Estados Unidos o Allianz en Europa han implementado programas de “pay-how-you-drive” (paga según cómo manejes), donde el costo de la póliza de seguro depende directamente del comportamiento del conductor: velocidades constantes, frenadas suaves y cumplimiento de normas viales son premiadas con descuentos significativos. Incluso en Colombia, aseguradoras como Sura y Axa Colpatria han comenzado a ofrecer modalidades similares, usando dispositivos de telemetría o aplicaciones móviles para evaluar el riesgo en función de la conducción.
Siguiendo esta lógica, las aplicaciones de delivery podrían desarrollar mecanismos de autorregulación como un sistema de puntos de penalización que, ante reiteradas infracciones, bloquee temporal o definitivamente a los repartidores infractores. Este sistema, similar al que se aplica en la Fórmula 1 o en países como España, donde la licencia de conducción se asocia a un saldo de puntos que se pierde con cada infracción, permitiría no solo fomentar un comportamiento más responsable, sino aliviar la carga de control que hoy resulta imposible de asumir para las autoridades de tránsito locales.
La regulación inteligente del sector de los domicilios no puede seguir postergándose. Las plataformas, como actores fundamentales del ecosistema urbano, tienen la oportunidad y la responsabilidad de liderar este cambio. Implementar un sistemas de monitoreo, control y penalización justa no solo aumentaría la seguridad vial, sino que enviaría un poderoso mensaje de compromiso con las ciudades que las acogen. Más allá del beneficio comercial, sería una demostración concreta de responsabilidad social empresarial y de respeto hacia la vida en el espacio público, apoyados en el core propio de su negocio, la tecnología de geolocalización.
Colombia necesita avanzar hacia ciudades más organizadas y seguras, donde el progreso tecnológico no implique necesariamente el sacrificio de la convivencia urbana. Regular de forma inteligente y ética el sector de los domicilios es una apuesta necesaria para construir un futuro más equilibrado y sostenible.