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En pleno Consejo de ministros (15 septiembre último), y bajo una andanada de regaños, cuestionamientos, vaciadas, advertencias, pifias y alharacas, el presidente Gustavo Petro se vino con un comentario abyecto y discriminatorio: “Muchachos perdidos en la vida, yo les llamo Brayans. En todo barrio popular hay un Brayan que se lleva a las mujeres quién sabe a dónde, y después las deja embarazadas y botadas. Uno de los mayores problemas de Colombia y Bogotá es la mujer embarazada. Los Brayans son hombres vampiros porque en la sociedad hay hombres y mujeres vampiros, codiciosos, que no protegen a la mujer y a sus crías”.
Desde luego, la réplica no se hizo esperar y el primero que levantó la mano fue un creador de contenido bogotano, conocido como “El Brayan”, quien publicó un video en el que, entre la sátira y la crítica, respondió directamente al presidente. Se vino lanza en ristre el influencer para aseverar que más allá de lo que podría ser un chiste, el estigma hacia los ‘Brayan’ refuerza prejuicios sociales y pordebajea a quienes llevan ese nombre. Además, le envió un mensaje rotundo a Petro, recordándole que los nombres no definen la clase de persona que se pueda llegar a ser.
¿Broma política o clasismo? Yo diría que ruindad y descache. Otra más, como las de esa noche. “Una mujer libre hace lo que se le dé la gana con su clítoris y con su cerebro. Si sabe acompasarlo, será una gran mujer”. Y no paró: “República, es que es muchas veces pública”. Adicionó, en su tozudez: “la Santa Inquisición, es porque se mandó a matar miles de mujeres en Europa porque eran libres e independientes”. Y, por fuera de esa noche negra (como todas las de los Consejos de ministros), una neojurisprudencia petrónica, salió a flote: “Florián, politólogo y exactor de cine para adultos, se identifica como persona de género fluido”.
Pero volvamos a la mofa pública e infame. Dice google que el nombre Brayan es una adaptación fonética del nombre irlandés Brian (o Bryan), que proviene del antiguo elemento celta “brigh” (fuerza, nobleza o altura). La variante “Brayan” surgió para reflejar la pronunciación del nombre en español, ganando popularidad en países de habla hispana, especialmente a finales del siglo XX. El rey Brian Boru, una figura histórica de Irlanda, ayudó a popularizar el nombre en la antigüedad. Pero, ¿por qué se la ganaron los Brayan y no los que tienen otros nombres? Nadie lo sabe. Seguramente una ligereza o fijación de Petro, por alguien que pueda conocer.
Realmente, este tipo de salidas en falso de Petro —tan reiteradas— hacen concluir que su libreto tiene antes, preparación y malicia: para que hablen de él todos los días y sea noticia. De todas maneras, me solidarizo con los Brayans, porque nadie es alguien o no lo es por su nombre: ni bueno ni malo; ni inteligente ni bruto; ni rico ni pobre. Entre otras cosas, el nombre lo chantan los padres, sin contar con el bebé. Esta burla que hizo Petro, independiente de que lo haga a propósito (con fines de nombradía), es un acoso verbal que ridiculiza a quienes se ganaron el tiro de una asociación negativa. Por fortuna, los Brayans se llenaron de valentía y coraje y salieron a encarar al presidente. ¿Hasta cuándo, Petro?
