Querido Gabriel,
Me hacía falta la oficina y la vida en 4D que esta nos ofrece, con las tres dimensiones del espacio y la calidez de la presencia humana. Extrañaba las reuniones con tablero, mirando a los ojos, moviendo las manos, caminando. Casi había olvidado que, cuando uno habla, es posible ver los gestos y los ojos de los otros y usarlos como espejos y guías. Aunque debemos reconocer que fue un privilegio que algunos hayamos podido trabajar desde casa, cuidando a la familia y aportando a la menor dispersión del virus pandémico, no podemos ocultar, tampoco, que el trabajo remoto ha sido un factor de desequilibrio emocional y familiar para muchísimas personas. Está por evaluar, además, lo que hemos perdido las empresas en humanidad y creatividad...