Independientemente de si está bien o mal alegrarse con la muerte de un individuo que no ha hecho más que sembrar terror y causar daño a sus congéneres, discusión bizantina en la que no me voy a enfrascar, sí quiero decir que cuando uno de estos seres como Walter Patricio Arizala, alias “Guacho” es dado de baja, el solo hecho de pensar que ya no podrá hacer más daño, genera una sensación de inmenso alivio.
Nos confirma también, que sí hay un orden social que hay que obedecer y que quien no se acoja a sus normas tendrá que asumir las consecuencias. Que tenemos un mando dispuesto a hacerlo respetar.
La muerte de ese criminal nos recuerda, además, que los narcoterroristas de las Farc que hoy están apoltronados en el Congreso Nacional, preconizando...