En los últimos días me han tocado dos sucesos espritualmente muy inquietantes; uno social y otro personal, que me han enfrentado a asuntos complejos de la existencia: la pérdida, la tristeza, la preocupación, pero al mismo tiempo los valores y el poder solidario de quienes hacen parte de nuestros colectivos, para enfrentarlos.
El primero de ellos, la tragedia de quienes tuvieron que dejar sus hogares y la angustia general de que pudiera ser aún mayor el drama humano y económico, por la situación de Hidroituango. Las convocatorias para apoyar en lo que fuese necesario, en el marco de la política pública al respecto, fue acogida inmediatamente. Treinta empresas de todo el país han donado 30.4 toneladas de productos a través de la Asociación Nacional...