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“No es fácil explicar la mutua fascinación entre dos líderes con trayectorias y visiones del mundo tan opuestas, aun cuando más de un observador ha señalado rasgos de personalidad compartidos. Desde luego, el cálculo político explica en buena parte la avenencia entre ambos. Es el caso de López Obrador, por lo menos. El pragmatismo del tabasqueño lo llevó a una actitud conciliatoria desde antes incluso de tomar posesión. En su estimación de sumas y restas habrá concluido que debía dejar fuera de su larga lista de adversarios a Estados Unidos y su presidente, si quería dar una oportunidad de éxito a su 4T. Al paso del sexenio la actitud conciliatoria se fue transformando en una verdadera alianza. En los últimos meses la crisis provocada por la pandemia ha llevado a López Obrador a considerar el T-MEC como el principal argumento para alimentar el optimismo de una rápida recuperación. Es esa la principal razón para esta visita del mexicano tan a modo para Trump. Le urgía no solo la entrada en vigor del tratado, sino también la ceremonia y la foto que la dan a conocer al mundo. Una especie de parteaguas que deje atrás las vacas flacas, al menos en la narrativa frente al mundo de los negocios y la inversión...”.